Después de la eliminación del viernes me fui a casa disgustado, cabizbajo y un poco triste porque se nos acababa de escapar un sueño que a todos los cacereños que amantes del basket nos ronda en la cabeza: volver a la élite de este magnífico deporte. Todos teníamos muchas ilusiones puestas en estos ´playoffs´, sabiendo nuestras limitaciones, pero también conscientes de que tenemos un gran equipo que podía luchar por un objetivo muy ambicioso.

Varios días después de la eliminación, esta frustración y disgusto ha ido dando paso a una sensación mucho más positiva y optimista. Siempre se dice que no hay que tomar decisiones en caliente y que para hacer balance de situación es mejor dejar las emociones a un lado. Hay que ser positivos y pensar que esta temporada se ha dado un paso más para seguir creciendo como club.

Muchas veces, durante los tres años de vida del Cáceres 2016 he oído hablar a sus directivos de que el objetivo era crecer cada año un poquito más que el anterior. Sin establecerse metas pretenciosas ni ilógicas, pero sin renunciar a nada que entre dentro de las posibilidades de la institución deportiva.

Me parece una política deportiva muy acertada, y más aun en los tiempos que corren, en los que los problemas económicos acechan a la mayor parte de los equipos mientras que en el nuestro los debates se ciñen exclusivamente al terreno deportivo.

Cada temporada se sube un peldaño más creciendo en lo deportivo y asentando la masa social, mayor activo del club. Este año se han alcanzado los ´playoffs´, espero que para el próximo se pueda luchar por cotas mayores.

Para ello se necesita, en mi opinión, una mayor estabilidad en lo deportivo, punto negro sin duda en la corta historia de la entidad.

Una buena planificación deportiva, unida a un poquito de suerte en los fichajes y lesiones, harán que el próximo año este equipo siga madurando e ilusionando a una afición, que una vez más ha demostrado ser fiel a su equipo.