En el mundo de la competición deportiva, lo normal, tras un descenso de categoría, es reflexionar, echar la vista atrás, analizar lo que se ha hecho bien y mal, dónde se puede haber fallado. Iván Déniz, un hombre que llegó al banquillo del Plasencia Galco cuando tan sólo restaban ocho jornadas para concluir la liga regular. El técnico tinerfeño asume el descenso como suyo plenamente, pues él mismo, como relataba a este diario, había aterrizado en las estribaciones del Jerte para mantener en la categoría al equipo de mayor rango extremeño, y con el paso de las jornadas se le hizo completamente imposible.

No duda de que a nivel deportivo ha tenido que remar en contra en muchas ocasiones, sobre todo las que definen, en la cancha, donde, afirma, muchos de sus jugadores no se han empleado a fondo, no se han identificado con el proyecto, y lo que es peor no han creído ni en sus propias posibilidades. Tras la victoria de La Palma en Calpe, y la derrota en Gijón del Plasencia Galco el descenso, si cabe, tuvo un sabor más amargo.

Los americanos

Tanto es así que un jugador como James Forrest hoy comienza la liga en Puerto Rico, donde en poco más de cuatro meses se embolsa mayor cantidad que en Plasencia en una temporada. "El club ha tenido mucho acierto en la contratación de los extracomunitarios en anteriores etapas", afirmaba Déniz, quien entonando el mea culpa y reconoce que, si bien aún no se ha llegado a un acuerdo, las dos partes se quieren, y tras la oferta en firme que se produjo ayer, se supone que se llegará a buen puerto.

De momento Déniz se pide un descanso, y se marcha en breve a su ciudad de residencia, Santa Cruz de Tenerife, donde presumiblemente hasta el mes de julio no volvería si el acuerdo con el club se hiciera efectivo.

Respecto al proyecto por el que se comprometería con el equipo, el técnico tiene claro lo que pediría a los que se subieran a bordo. Jugadores como Mariano Castets dan el perfil de sus pretensiones. "Quiero gente con ilusión, comprometida y no por lo que han sido, sino por lo que serán". Con estas palabras mencionaba a ciertos jugadores que al menos se salvaban de la debacle deportiva, y donde los nacionales tienen mayor cabida.

"Es muy grato el pasear por las calles y que me pregunte la gente si me quedo en Plasencia, gente que ni siquiera conozco y tienen alguna palabra hacia mí", cuenta el entrenador, dando a entender que en el proyecto deportivo que se le propone, también tiene mucho que decir la afición, la ciudad de Plasencia. "La ilusión y la entrega en las tres victorias en nuestra pista intentaremos trasmitirlas también en los desplazamientos", vaticina.

Al final de todo, resignación, e intentar que en la próxima temporada cada partido continúe siendo una fiesta, en la que dentro de lo posible se siga manteniendo el apoyo de los mismos aficionados que lo han hecho hasta ahora a la espera de tiempos mejores.