ARROYO: Facu; Campins, Carlos Tomas (min. 88, Carlao), Alcala, Gasca; Mauro, Nando; Armero (min. 83, Barrancos), Coco (min. 70, Minaya), Carrasco; Rojas.

CACEREÑO: Vargas; Salva, Zamora, Gonzalo, Palero; Raúl Medina, Elías Molina (min. 68, Pablo Gállego); Elías Pérez, Aarón, Kofi; Soto.

GOL: 1-0: min. 56, Camping.

ARBITRO: Milla Alvéndiz (C. Andaluz). Expulsó al visitante Raúl Medina por doble amarilla (m. 89). Amonestó a los locales Gasca, Carlos Tomás, Mauro, Nando y Facundo; y a los visitantes Palero, Elías Molina, Gonzalo, Elías Molina y a su entrenador, Angel Marcos.

INCIDENCIAS: Los jugadores del Cacereño saltarón con una pancarta de apoyo a Plata.

No hay dos partidos iguales, pero los derbis entre Arroyo y Cacereño se parecen demasiado unos a otros. En el de la temporada pasada ganaron los verdes con un solitario gol de Gaspar (cuanto se añora su magia en Cáceres). Ayer se impuso el Arroyo con un tanto de Campins, que llegó, como no, tras una jugada a balón parado. En medio, mucha pelea, mucha intensidad, mucho orden táctico y, también, mucha polémica. El cuadro visitante acabó enfadado por la actuación del colegiado. Anuló un gol a Gonzalo y no pitó un posible penalti sobre Soto. "Vaya tela cómo estáis pitando", fue el grito de Angel Marcos al árbitro casi al final del partido.

El triunfo permite al Arroyo cerrar el año fuera de los puestos de descenso, poner fin a su racha de seis partidos sin ganar y a José Francisco Grao Pato , que cumplió el primero de sus cuatro partidos de castigo, cerrar un registro negativo particular: hasta ayer sus equipos nunca habían ganado cuando él seguía el partido desde la grada por sanción. Mientras, el Cacereño vuelve a la zona de descenso tras ver finalizada su racha de seis jornadas seguidas sumando y cierra su reinado en los derbis: en los 22 anteriores había sumado, ayer volvió a perder.

En un duelo marcado por las bajas --quince entre los dos equipos--, el Cacereño puso durante muchos momentos más argumentos sobre el césped, aunque en los 20 primeros minutos sufrió por la adaptación al reducido terreno de juego del Municipal de la Luz. Hubo tiempo en esos minutos para que cada uno tuviera su ocasión. La de los locales llegó en una jugada de pizarra, una estrategia perfectamente trazada en un saque de falta que acabó con el balón estrellándose en la cepa del poste tras un disparo de Mauro (m.5). También escuchó la madera el CPC tras un zapatazo de Raúl Medina que se topó con el larguero (m.14).

MUCHO ORDEN TACTICO Hay muchos tipos de fútbol y el que se puede ver en el Municipal de la Luz casi nunca es el más vistoso. Con pocos espacios, elaborar fútbol no es fácil y menos aún cuando el orden táctico prima en los dos mitades del terreno de juego. Pato y Marcos sabían que cualquier fallo podía condenarles, que cualquier detalle decidiría el partidos. Y aleccionaron a los suyos para evitar eso. Es su sello de identidad, es la característica de esta categoría.

Durante muchos minutos el balón fue de un lado a otro sin que pasara nada, sin que nadie fuera capaz de dar tres pases seguidos con criterio. Encontrar huecos no es una tarea fácil. No había un dominador claro, no había ocasiones de peligro, aunque pasada la zozobra inicial los verdes parecían más capaces de atacar la portería de Facu.

A BALON PARADO Pero ese tipo de juego es a veces engañoso. El Arroyo, conocedor de sus armas en casa, sabía que tendría su ocasión. Siempre hay un córner o una falta cercana al área para crear peligro. No es nada nuevo. Y llegó cuando apenas se habían disputado diez minutos del segundo tiempo. Falta sacada desde la derecha y ahí está Rojas, en el área pequeña, para rematar de cabeza. Se encuentra con el larguero. Y entonces aparece esa faceta del juego que muchos entrenadores saben explotar a la perfección: las segundas jugadas. Apenas había tocado el balón el suelo tras estrellarse contra el larguero cuando apareció la cabeza de Campins, que a placer, sin oposición y a un metro de la portería no tuvo más que empujarlo.

Había tiempo aún por delante, pero no hubo mucho más. El Arroyo se replegó. Lógico. Pero el Cacereño no se lanzó decididamente al ataque. Fue un poco al tran tran . Y cuando quiso atacar más en serio ya era tarde.

El Arroyo celebró la victoria como si fuese una final. Cuando se está abajo todas lo son. El Cacereño vuelve a caer y no tiene más opción que volver a levantarse.