Ante la inexistencia de un manual de fútbol que exponga cuáles son las claves del éxito, Frank Rijkaard usará los conocimientos que ha adquirido como futbolista en su experiencia en el banquillo del Bar§a.

Crear un auténtico espíritu de equipo es el punto de partida

Cualquier persona que tenga a sus órdenes a un colectivo sabe que el camino del éxito pasa por crear un buen ambiente laboral. Da igual la profesión. Un entrenador de fútbol, que encima dirige un grupo de jóvenes, no es distinto. Da igual que sea el Barça, el Sparta o la selección de Holanda. En un grupo donde se reúnen personalidades muy distintas, jugadores consagrados y jóvenes promesas, es esencial fomentar un sentimiento de solidaridad. Para el entrenador "todos los jugadores son iguales".

Los jugadores deben ser responsables y solidarios con el otro

Ese espíritu de equipo debe manifestarse dentro del campo. Allí, sobre el césped, ante 11 adversarios que persiguen el mismo objetivo, es imprescindible que el equipo se mueva como una unidad. Todos los jugadores se necesitan. El entrenador está en la banda, la hinchada no puede intervenir y del árbitro no se pueden esperar ayudas. Rijkaard desea que sus hombres adquieran un fuerte sentido de solidaridad, de responsabilidad, también en el vestuario. Todos los jugadores deben saber la función del compañero.

El código de disciplina es el sentido común, sin ejercer coacciones

Han transcurrido algo más de dos semanas y el colectivo desprende un ambiente alegre y festivo. Buena señal. Es el momento de la distensión una vez acabado el entrenamiento. Rijkaard también ha sido futbolista y sabe que, de vez en cuando, el entrenador puede llegar a ser un personaje molesto si coarta en exceso a los jugadores. El holandés no trae consigo ningún código de disciplina adicional. Se basará en el que impera en el Bar§a. Todo es admisible desde las más elementales normas de conducta.

Los rondos como un ejercicio terapéutico y para la diversión

¿Por qué han vuelto los rondos? Es muy simple: es lo que más atrae y divierte a los futbolistas. Sabiendo que el entrenamiento empieza con ese juego, que consiste en pasarse el balón sin que los dos jugadores del centro lo toquen, tiene una finalidad terapéutica. Rijkaard ha detectado que sus pupilos salen antes de la hora fijada al campo. Durante esos minutos, mientras se distraen, van activando los músculos y se preparan mejor para la entrenamiento, más allá de que el rondo potencia la capacidad de reacción y mejora la técnica.

El sistema táctico 4-2-3-1 elegido puede variar según el rival

Rijkaard ha elegido para el Bar§a el sistema táctico más empleado en la actualidad por los equipos, el 4-2-3-1. Será el dibujo básico del que surgirán variaciones en función de las virtudes del rival, que puede derivar en un 4-4-2 o un 4-3-3. El técnico se ha decantado por ese esquema al tener dos extremos natos como Quaresma y Overmars. La profundidad de los extremos le permitirá atacar con tres delanteros. Habrá libertad de movimientos siempre que haya una distribución racional sobre el césped y no se rompa el dibujo.

Mejorar la defensa es prioritario, con los once jugadores implicados

"Un equipo fuerte se construye desde una defensa fuerte y un grupo fuerte". Rijkaard se ha propuesto algo que casi nadie ha conseguido en el Camp Nou: dotar al Barça de una zaga consistente y segura. Ha sido el aspecto que más ha trabajado en Estados Unidos para frenar la sangría de goles que recibe el equipo cada temporada. El técnico quiere que los 11 jugadores se impliquen y se sacrifiquen en esa faceta y no dejen distancias entre líneas. Rijkaard alude otra vez al concepto de responsabilidad. No descarta jugar con tres defensas.

Imaginación y libertad en el juego ofensivo con muchas posibilidades

Todo el sacrificio y concentración que exige el entrenador en la defensa se convierte en libertad de movimientos e imaginación para el juego de ataque, porque la plantilla dispone de muchos recursos y perfiles muy variados: futbolistas creativos (Ronaldinho), desequilibrantes (Quaresma), veloces (Overmars), rematadores (Luis Enrique), astutos (Saviola) e intuitivos como Kluivert. Rijkaard no va a limitar la inspiración de ninguno de ellos ni va a abrumarlos con instrucciones como hacía Van Gaal.

Un Barça sin etiquetas que consiga rescatar al aficionado ´culé´

El Barça de Rijkaard no será el de Van Gaal, que estaba obsesionado con la posesión del balón aunque el juego fuera lento y plano; ni el de Radomir Antic, que apostaba por el fútbol directo sin elaboración en el centro del campo. Tampoco será el que se ha definido con una defensa italiana y un ataque holandés, por citar dos escuelas con características muy acusadas. El entrenador ya sabe cuáles son las expectativas de los aficionados: un conjunto ofensivo, dominador, técnico, comprometido y muy luchador, para que los socios regresen a la grada.

Volver a ganar títulos es la prioridad de un club sin rumbo

Antes de cada partido, en el vestuario, el nuevo entrenador azulgrana repite un lema: "El fútbol es un juego muy serio". ¿Qué quiere decir con eso? Es muy sencillo. Rijkaard recuerda a sus hombres que en los siguientes 90 minutos defenderán los sentimientos de la hinchada, el dinero del club, pero que, a la vez, el fútbol es un entretenimiento. "Hay que trabajar, pero siempre con alegría", añade Rijkaard, un tipo que nunca grita ni alza la voz, que se define como una persona "tranquila".

Un día destinado específicamente para las jugadas de estrategia

No va Rijkaard con papelitos repartiendo instrucciones sobre qué posición debe ocupar cada jugador en las faltas a favor y en contra. No es un obseso de las acciones a balón parado, aunque reconoce la importancia y el alto porcentaje de goles que se marcan en las jugadas de estrategia. No las ensayará hasta el tramo final de la pretemporada, cuando la composición de la plantilla ya sea definitiva. A lo largo de la Liga, dedicará entrenamientos a prepararlas y ensayarlas.