A su llegada a Cáceres, a finales del 2002, Ismael Díaz (Avilés, 1965) tuvo un gesto inhabitual en un técnico: además de darse a conocer en su presentación oficial, invitó a los periodistas a tomar un café, les contó su proyecto y les brindó su colaboración. Todo, según explicó, para que el Cacereño siguiera siendo un club modesto, pero grande de puertas hacia fuera.

Pasado el tiempo, la situación se ha invertido: aunque no rehuye nunca una entrevista, en todas ellas lanza sus particulares dardos para subrayar que en los medios sólo se refleja lo negativo del club. Sus últimas diatribas, el domingo, provocaron un serio altercado en la rueda de prensa posterior al encuentro ante el Villanovense. Su lapidaria frase: "me estáis mandando coronas toda la semana", las contestaciones airadas y sus insultos contra un colaborador de este medio --éstos ya fuera de su comparencia-- pasarán a los anales de la historia del club. Ayer, todas las emisoras locales, sin excepción, dictaron sentencia: Díaz ha perdido los papeles, quizá porque su equipo está en crisis y el peligro de descenso está muy latente.

Complicidad

Durante sus primeros meses como entrenador del Cacereño, Ismael Díaz mostró incluso complicidad con los medios de comunicación. El equipo ganaba, fue líder durante cuatro jornadas y sus revolucionarios cambios tácticos daban resultados. Su trabajo era unánimente alabado: desde la grada, pasando por los propios periodistas, hasta los directivos. Sin excepción. Al final, el Cacereño tuvo un bajón, recibió alguna crítica --puntual-- por marginar a jugadores clave y el equipo se despidió de la liguilla de ascenso a Segunda División, sin que en ningún momento se hiciera de ello un drama.

En este año, la renovación, con una apuesta envenenada por los jóvenes, no le ha dado resultado y el Cacereño está abajo. Y ya desde el inicio de temporada ha repetido públicamente que el entorno no favorece. En ello ha insistido constantemente, y el mismo presidente, Félix Campo, le ha dicho en privado que no se obsesione con la prensa, sin más.

En el propio club ha protagonizado encontronazos serios. El domingo, la escasa afición cacereña que fue al partido le abroncó. Son las dos caras de un personaje singular.