El Tour 2010 estaba llamado a convertirse en lo que ya es en realidad. Los Alpes, y más concretamente La Madeleine --en la que ha sido, por ahora, la única ascensión espectacular--, han dejado la grande boucle en un duelo entre los dos mejores, los jóvenes rebeldes: Andy Schleck, nuevo líder, y Alberto Contador, segundo en la general a 41 segundos. Es el Tour del mano a mano. Ambos son igual de buenos moviéndose en las cumbres, casi almas gemelas. Los dos son corredores intrépidos. A la pareja, que en lo personal se lleva de forma magnífica, le gusta el ciclismo ofensivo. Contador supera al luxemburgués en el arte de la contrarreloj. En este capítulo, él es un ganador y Schleck, un sufridor, por lo que no debe enloquecer en los Pirineos en el intento por dejar a su rival fuera de combate; hay una contrarreloj final, en Burdeos, que lo beneficia al ciento por ciento.

Ayer, en La Madeleine, decidieron actuar como aliados. Sus equipos, el Astana y el Saxo Bank, unieron fuerzas. La cuestión era imprimir un ritmo asfixiante. ¡Sálvese quien pueda! Schleck y Contador subían con la sensación de que las rampas no existían. El resto sufría, se descolgaba, se ahogaba y se despedía de sus aspiraciones. Primero se descolgó Carlos Sastre y poco después, porque le habían visto sufrir, porque corría el rumor que padecía una pequeña fractura en el brazo, porque ya no tenía equipo y porque resoplaba más de la cuenta, Cadel Evans reventó. Peor que Armstrong, que ayer protagonizó una ascensión aceptable.

VIEJOS DUELOS / De repente, ambos se vieron solos, con ambición, con poderío, recordando los viejos duelos de antaño. ¡Espectacular! Schleck demarraba y Contador lo contrarrestaba. Una y otra vez. El luxemburgués miraba hacia atrás y descubría la cercana presencia de Samuel Sánchez, tercero de la general. Aceleraba. Sabía que podía morir en el intento, dos contra uno, si el asturiano conectaba. Contador, paciente, ansiaba tener al campeón olímpico, colega y compañero de selección, a su lado. Cuando ambos comprobaron que iban a formar un matrimonio perfecto decidieron aparcar los ataques y formar una pareja perfecta. "Era consciente que la rueda a seguir era la de Schleck. Juntos hemos abierto muchas diferencias", admitió Contador, que no cometió ningún desliz como en Avoriaz. Donde dejó el ¡huy! en el cuerpo por no responder al último ataque. Ayer, en cambio, subió, marcó, vigiló y se movió de forma magistral en la subida y el descenso y en los 13 kilómetros de llano que conducían a la meta, donde capturaron a los fugados, al grupo impulsado por el Caisse d´Epargne, todos chupando la rueda de Luisle Sánchez: destestable. Como era previsible, el ciclista murciano se quedó sin el obsequio de la etapa: segundo y batido por el francés Sandy Casar.

Y eso que Schleck y Contador decidieron no jugarse el tipo en la bajada de La Madeleine. "Contador aceptó no arriesgar. Era mejor perder 10 segundos que acabar en el hospital", recalcó el jersey amarillo. "Nosotros dos ya hemos decidido el Tour. Ahora Contador tiene que atacarme porque va detrás mío. En La Madeleine lo he visto más fuerte que en Avoriaz. Espero volver a encontrármelo con la guardia baja", imploró el corredor luxemburgués. Hoy y mañana son etapas de tregua, porque el viernes llega la subida a Mende como aperitivo de los Pirineos.