Los Warriors de Golden State recuperaron la corona de la NBA impulsados por un baloncesto ofensivo imparable, con el alero Kevin Durant como figura incuestionable, el base Stephen Curry cada vez más estrella y el veterano escolta Andre Igoudala como apoyo excepcional.

Del techo del Oracle Arena cayó una lluvia de confeti dorado que bañó a los Warriors para celebrar su victoria por 129-120 sobre los Cavaliers de Cleveland en el quinto partido de la serie final, que ganaron por 4-1. Tras el colapso de la pasada campaña, cuando desperdiciaron la ventaja de 3-1 que tenían también sobre los Cavs, los de Golden State cerraron esa herida con la aportación decisiva de Durant. En su espectacular primera temporada con los Warriors, logra el deseado anillo de campeón de la NBA por el que se fue el año pasado de los Thunder de Oklahoma City.

«Es un gran grupo de chicos, comunidad, estadio, seguidores», declaró Durant, 39 puntos y siete rebotes. «Estoy feliz. No puedo esperar para celebrarlo con mis compañeros en el vestuario», dijo aún en la cancha. Curry aportó un doble-doble de 34 puntos y 10 asistencias y para los Warriors es el segundo título en tres años. Durant convirtió 14 canastas de 20 tiros de campo y Curry, elegido dos veces MVP y que tomó un papel secundario mientras la nueva estrella se adaptaba.