A Jorge Sánchez Cano (Plasenzuela, Cáceres, 27 de marzo de 1992) le cabe el honor, puede que mejor el orgullo, de ser el único ‘superviviente’ en el club como jugador de aquel equipo del Diocesano que alcanzó la División de Honor de juveniles. «Era la temporada 2010-2011, sí», recuerda el protagonista, un tipo muy querido en la entidad colegial por su total abnegación a todo lo que se realiza en ella, un sentimiento desde luego recíproco.

Le llaman el ‘abuelo’, pero no por su dilatadísima trayectoria en la entidad («llegúe a Cáceres con 12 años»), sino por «mi manera de correr, un poco encorvado, y por protestón», desvela él mismo. El apelativo se lo puso Adolfo Senso, el técnico que, de la mano del presidente, Gerardo Hierro, y de su grupo de colaboradores, les llevó al éxito a él y a un puñado muy grande de futbolistas, alguno de los cuales, como Burgui (Sporting), ya saben qué significa jugar en la Primera División. De todos estos años, él dice que «el mejor para mí ha sido siempre Teto», ahora en el Coria.

Jorge Sánchez vive unos días especiales. Y es que esta misma semana tendrá una triple aventura, apasionante como vivencia global: con el Diocesano de Primera extremeña y como jugador, intentará ascender a Tercera División. Es segunda punta y dice: «a ver si este año ya lo conseguimos». Desde que pasó su época juvenil ha seguido ahí, seis años ya, «de los cuales sumamos ya cuatro fases de ascenso», cuenta. El domingo (18.30 horas, campos Manuel Sánchez Delgado) reciben al San Serván en la ida de la primera ronda. Además, con otros dos equipos de la cantera, el cadete A y el prebenjamín A, disputará las fases finales autonómicas. Y todo ello, por encima de ganar o perder, con una «gran ilusión», porque es lo suyo. Lo denota hasta el tono de sus palabras.

«Jaime Heras, Francisco Grijota y David Gijón son personas que han sido muy importantes para mí en todos estos años en el Diocesano», dice agradecido al apoyo constante. Compañeros y amigos con un vértice común: el deporte en general y el fútbol en particular. Este graduado en Educación Física siempre tuvo en mente dedicarse a lo que se dedica. Lejos, y cerca, quedan aquellos primeros tiempos en el club, cuando venía desde el pueblo para entrenar. «Mi padre me traía y me llevaba». El sacrificio paterno es evidente que ha dado sus frutos en este pasional formador de futbolistas. Desde los 17 años vive en Cáceres este joven que antes de ello, de este sueño que empezó a vivir entonces, estudiaba en Trujillo.

Desde hoy viernes y hasta el domingo va a sucederse, en capítulos, toda una ilusión triple. ‘El abuelo’ cuenta las horas. Los chicos del Primera extremeña y los prebenjamines y cadetes por supuesto que también lo hacen ya. Fútbol del puro.