Son las 9.50 en la puerta principal del Príncipe Felipe y al vestuario únicamente han pasado ya el entrenador del Cacereño, Adolfo Muñoz, y el encargado del material y ‘hombre para todo’ del club desde tiempo inmemorial, Gil Sintes. En sus coches llegan a cuentagotas casi todos: Kevin, un renqueante Martins, Minaya, Pino... A la hora convenida y fijada, solamente faltan tres: uno, el capitán, Aarón, que después se somete a los cuidados del propio Gil por sobrecarga en un gemelo, y otros que no llegarán, Mansilla y Carlos García, con otro tipo de obligaciones esta mañana.

Restan seis días para el partido del año en el Nuevo Vivero, con el Cacereño y el Badajoz ya pensando en él. Empatados a puntos, igualados a todo y jugándose media liga. Esa es la sensación general, pese a que quede mucho aún. Las 10.15 y este periódico entra en el vestuario verde, el que remodeló hace un par de años José Luis de la Montaña, ‘Fimaca’.

Adolfo Muñoz deja pasar dentro a este diario, como lo hiciera con Canal Extremadura Televisión hace una semana. Se palpa en el ambiente que es el inicio de una semana especial. Buenas caras, bromas, alguna duda sobre el estado físico de algunos de los futbolistas, pero todos, al menos en apariencia, pensando en la cita. Y todos quieren estar.

«Bueno, muchachos. Buenos días a todos. Primero os tengo que felicitar por el triunfo de ayer (por el domingo). Sabéis que esta semana tenemos un encuentro importante y que nosotros, como siempre, nos lo vamos a tomar con la máxima naturalidad posible. Muchachos, éste será un partido distinto, ilusionante, sobre todo para nuestra afición, que estará esperando que sigamos nuestra línea de esfuerzo y trabajo y quiere sentirse orgulloso de nosotros. A partir de hoy, a entrenar y a relajarnos y a trabajar. A partir del miércoles hablaremos del partido de ayer y del que viene. ¿De acuerdo? Ahora vamos a hacer dos grupos, a hacer entrenamiento regenerativo y el resto trabajará conmigo y después lo haremos dentro ¿Vale?». Apenas tres minutos en estos exactos términos. Y todo, en el horizonte del gran clásico, aunque sea en Tercera.