Los difíciles tiempos por los que pasa el fútbol extremeño y las matemáticas y cábalas de ascensos y descensos deberían servir para unir a los equipos de la región, que ahora más que nunca van a depender unos de otros. El descenso seguro de dos equipos extremeños de Segunda B --el Villanovense y el Cerro o el Extremadura-- hará descender a dos equipos más de Tercera a Regional Preferente aparte de Moraleja, Monesterio y Castuera --los que más papeletas tienen son Coria, Sanvicenteño y Olivenza, más el Extremadura B en el caso de que descendiese su primer equipo--. La lectura positiva es que un extremeño seguirá en Segunda B, aunque podrían ser dos en el caso de que salve la categoría el que juegue la promoción de permanencia. Llegarían a ser hasta seis, además, si los cuatro extremeños que jueguen la fase de ascenso a Segunda B lograsen superar las dos eliminatorias que llevan hasta la división de bronce.

Pero las quinielas de futuro no pueden servir para esconder un presente del fútbol regional que se ha convertido en panorama gris tirando a negro. En Segunda División B ninguno de los tres empates logrados por nuestros representantes en la última jornada sirvió ni a Mérida, Extremadura ni Cerro de Reyes. Pasó una jornada más y lo fratricida de la situación no ha cambiado excesivamente. Ahora, el Cerro debe esperar el tropiezo del Extremadura para albergar esperanzas de salvación y el Extremadura aguardará que falle el Cerro para salvarse y que también pinche el Mérida para tratar de eludir también la promoción de permanencia. Un auténtico desaguisado para tratar de analizarlo con frialdad.

Mientras, en el grupo XIV de Tercera División, todo sigue sin resolverse en cuanto al campeón final y tampoco al cuarto clasificado. El único que hasta la fecha ha logrado certificar su presencia en la fase de ascenso de manera matemática es el Jerez y la próxima jornada se antoja como clave para el título de campeón y la clasificación final para lucar por subir a Segunda B.