No es muy de refranes el capitán Gonzalo Barroso. Pocos se cumplen con él. A la tercera no fue la vencida. Y sí es profeta en su tierra. El brazalete, sus condecoraciones. El capitán del Don Benito ha vivido en el paraíso y ha conocido las puertas del averno. Ambos tienen colores rojiblancos. Los del club de su vida.

A los 17 años, Gonzalo Barroso Teixeira debutó en el equipo calabazón. Desde entonces, ha jugado seis fases de ascenso a Segunda B y todas son batallas perdidas. «No he tenido la suerte de lograr ningún ascenso, es una espinita que tengo clavada y ojalá lo consigamos este año», confiesa el capitán rojiblanco.

Una década. Diez años. Cómo pasa el tiempo y cómo lo tiene guardado Gonzalo en el recuerdo. El 2008 siempre quedará en la memoria del capitán rojiblanco. «Ese año quedamos campeones de liga en Villanueva de la Serena gracias a un gol mío. Es muy especial para un calabazón ganar al Villanovense. Lo celebramos en la fuente de la Plaza de España de Don Benito», rememora.

Del cielo, al infierno. Si España lloró el codazo de Tassotti a Luis Enrique, Don Benito clamó al cielo ante el arbitraje del andaluz Fernández Arjona. «Guardo con rabia el partido ante el Santa Eulalia. Hubo invasión de campo, le pegaron al árbitro. Se armó una buena», sufre Gonzalo al recordar aquella tarde del 2008, en esa batalla por elevar al ‘DonBe’ a la categoría de bronce del fútbol nacional.

Desierto calabazón

De reinar en Extremadura, a ser un equipo de media tabla. Los años oscuros del Don Benito. «Hubo varios años de austeridad y saneamiento del club, el objetivo cambió. Fueron años difíciles, para los jugadores y también para la afición. Era algo necesario y creo que la gente lo supo entender», explica uno de los baluartes del equipo. Y de los supervivientes a esa época.

Ahora es tiempo de luces y estrellas. «El objetivo era meterse en play off y creo que estamos más cerca si cabe de conseguirlo, y ahora tenemos a tiro de piedra quedar campeones y vamos a pelear por ello», asegura el calabazón. El equipo de Juan García es segundo a un solo punto del Cacereño. Recibe al Aceuchal en el Vicente Sanz y puede certificar su billete para la fase de ascenso de forma matemática si consigue la victoria.

El Vicente Sanz, su fortín. «No nos podemos quejar de la afición, porque están respondiendo. Años pasados, hemos estado peleando por estar arriba y la gente no iba. Estamos notando el calor de la gente», indica. Y de qué manera. Solo una derrota en su feudo en esta temporada, ante el Cacereño.

Compañero de batallas

La historia de Gonzalo no se entiende sin el Don Benito. Ni tampoco sin Alberto Martín, jugador del Granada. «Además de ser compañeros de equipo en categorías inferiores, somos amigos. Llevamos juntos toda la vida. Cuando tocó dar el salto, tuvimos la suerte de que vino el Almería a por los dos, y el irme fuera de casa con mi mejor amigo hizo todo mucho más sencillo», explica.

Por parte del jugador del Granada, que militó la pasada temporada en el Leganés, confiesa que Gonzalo es un ejemplo a seguir. «Mi relación con Gonzalo va más allá del fútbol. Hemos crecido juntos, estudiado juntos y nos fuimos con 20 años al Almería. Puedo destacar su competitividad, desde que comenzó a dar las primeras pataditas a un balón. Y también su talento. Le deseo lo mejor», declara el calabazón que triunfa en Granada.

Amigo de sus amigos y emblema de un equipo. Un hombre de la casa. Por las venas de Gonzalo corre sangre rojiblanca. «Estoy en el equipo de mi ciudad y estoy muy contento. Nunca se puede decir de esta agua no beberé, pero aquí tengo mi trabajo y estoy muy bien. Por ahora no quiero irme a ningún sitio», deja clara sus intenciones. El capitán de un barco que navega a toda máquina.