Según el recientemente publicado anuario de la Caixa, la comunidad de Extremadura sigue siendo la última comunidad en tasa de paro, pierde población, es la menos industrializada, está a la cola en cultura, y también en deporte.

En los últimos diez años, Extremadura ha ido perdiendo paulatinamente cualquier referente, a nivel nacional, del deporte colectivo. Por mucho que queramos justificarnos en deportes minoritorarios, todos muy respetables, a Extremadura le falta una vía de promoción tan importante como equipos representativos ocupando espacios en la radio, televisión y prensa de ámbito nacional.

El director general de Deportes manifestaba el mes pasado que ya no se apoyaba a la élite porque la Junta estaba volcada con la base y las instalaciones deportivas. Conviene recordarle que la base, competiciones Judex, es una iniciativa muy loable, pero parece desconocer que gran parte de sus participantes pertenecen a clubs que estuvieron o no pudieron estar en la élite por falta de apoyos institucionales. En contra de sus manifestaciones es necesario resaltar que la mayoría de los equipos de base que representan a Extremadura en las fases de sector o finales interautonómicas pertenecen a clubs que también reclaman apoyo institucional para sus equipos representativos y también para la base. La base más cualificada es, sin duda, de los clubs, en la que invierten parte importante de sus presupuestos y sobre los que la Junta quiere apuntarse el éxito de sus resultados sin intervenir ni un ápice en su formación.

Ahora, nuestra bandera es José Manuel Calderón. Recordar que, hasta los 12 años, se formó en un club privado, el Doncel de Villanueva y después, ante la falta de expectativa en Extremadura, tuvo que emigrar, como otros tantos, a Vitoria en busca de una formación deportiva más adecuada a la élite. No se apunten este éxito, que es del Doncel y el Basconia y naturalmente el esfuerzo y sacrificio personal de José Manuel y su familia.

Es difícil que haya base, y menos con cierta calidad, si no hay élite que destelle, como un espejo, el reflejo de ilusiones. Los equipos de élite han sido y serán la ´locomotora´ del deporte de base, aunque sea por imitación.

Entre los representante, valederos y auténticos, del deporte extremeño, se escucha un clamor ante el olvido y la desidia del apoyo institucional hacia quienes podrían promocionar, mejor que cualquier otro medio, Extremadura por toda España. Hemos pasado del día a la noche, del cénit al ocaso, del todo a la nada, del derroche a las migajas. Ni una cosa ni la otra. Los clubs piden ayuda, no subvención total.

Nuestro presidente, en cierta ocasión, manifestó: "Donde el capital privado ponga una peseta... la Junta pondrá otra". En este caso los clubs se lo pondrían más fácil: donde los clubs pongan dos pesetas que la Junta ponga una...", acepten el reto, es generoso.

Los clubs de élite, la mayoría, son entidades sin ánimo de lucro, pero que también crean puestos de trabajo (no sólo los clubs están formados por jugadores, también hay técnicos, ayudantes, administrativos, etcétera) y generan riqueza con toda la masa social que mueven a su alrededor y las visitas que generan.

Y la Junta ´jerre que jerre´, en la tozudez de ´sostenella y no enmendalla´. Mientras tanto, el deporte agonizando, los Judex cada año con menos participantes (los datos estadísticos son tozudos) y los chavales sin la ilusión de poder identificarse con algún equipo en la élite de Extremadura. Aún hay tiempo, cada vez menos, para reflexionar y dar un giro a la política deportiva de nuestra comunidad. El deporte extremeño (especialmente el de los clubs deportivos) necesita ayuda, controlada y justificada, pero ayuda, mucha ayuda.