Desde los años sesenta la emigración de extremeños al País Vasco ha sido una constante histórica in crescendo . Los lazos sociales entre las dos comunidades autónomas se han ido estrechando y a nadie le resulta anormal que cientos de vascos veraneen en las provincias de Cáceres y Badajoz o que en Bilbao se vendan como chapelas los jamones ibéricos. La persona de Ernesto Valverde sintetiza muy bien la complejidad de este fenómeno sociológico.

El nuevo entrenador del Athletic de Bilbao es todo corazón y optimismo, seriedad y modestia: de perfil bajo , como le catalogan ahora en los medios deportivos. No podría ser de otra forma, pues su lugar de nacimiento, la localidad cacereña de Viandar de la Vera, es tan pequeña como el afán de protagonismo del joven técnico (6-2-1964).

Formado entre el Alavés y el Sestao, explotó como futbolista en el Barcelona, ilusionó en el Espanyol, se retiró en el Mallorca y, sobre todo, vivió el fútbol puro en el Athletic. Por ello, la Catedral dejó una profunda huella en su personalidad y ahora sueña con devolver a Bilbao lo que es del Bilbao: "el Athletic se caracteriza por dejarse el alma en en campo, por su fuerza y despliegue, por la intensidad y por no rendirse nunca", según destaca el propio Txingurri (en vasco, hormiga), apodo que le puso Javier Clemente.

DEBUT EN PRIMERA

Ernesto Valverde debutó el sábado como entrenador en Primera División. Anteriormente había pasado por las distintas categorías inferiores de Lezama, tanto como entrenador como en el puesto de director deportivo. A pesar de la derrota por 0 a 1 ante el Barcelona, los leones mostraron sobre el terreno de juego todas las características del carácter de Valverde: trabajo, lucha, consistencia, ilusión...

Desde su nombramiento como máximo responsable de la primera plantilla, nadie ha vuelto a cuestionar su inexperiencia. Todo lo contrario, su apuesta por la cantera ha ilusionado a la afición de San Mamés, que ve como el de Viandar ha devuelto al club sus consignas históricas.

A pesar de verse identificado con la cultura vasca, el Txingurri no olvida sus raíces y, como ha declarado en la Crónica de La Vera, "suelo ir a Viandar al menos una vez al año para intentar pasar algo más de dos semanas entre los míos".