Dijo Luis Enrique en una entrevista al canal oficial del Barcelona, en diciembre del año pasado, que «lo malo de ser entrenador del Barça es que no hay descanso. Lo eres las 24 horas del día. No se puede apretar el botón de off y desconectar», afirmó. Aún le quedan tres meses de permanente alerta.

El ‘on’ se activa ahora también para la directiva barcelonista. Con la renuncia explícita del técnico asturiano tras el partido contra el Sporting, Josep Maria Bartomeu y sobre todo su secretario técnico, Robert Fernández, deben elegir al sustituto que exprima los últimos años de una generación gloriosa que roza la treintena o bien, si los resultados son adversos, atreverse a una renovación plena y traumática.

Como explicó en su anuncio, Luis Enrique comunicó a principios de temporada a Bartomeu, a Albert Soler, director de deportes profesionales, y a Robert Fernández que esta podía ser su último curso como entrenador azulgrana. Según el entorno del presidente, este tenía bastante interiorizado que se iría y pondría fin a un ciclo de tres años, dos esplendorosos y este ya veremos.

ANUNCIO APLAZADO / La confirmación a su intuición le llegó hace unos días. De hecho, Luis Enrique tenía previsto revelar sus planes tras el duelo de ida contra el PSG en la Champions. El escandaloso 4-0 le llevó a aplazar el anuncio. Pero no quiso esperar más allá del miércoles, alérgico como es a las filtraciones. Fue él mismo quien escogió el día. Y mientras explicaba al vestuario las razones de su decisión, Bartomeu convocó a su junta directiva para transmitir la noticia al mismo tiempo. Pocas personas sabían hasta entonces lo que pasaba por la cabeza del entrenador.

Luis Enrique, posiblemente, se liberó. Dejaba de guardarse un secreto. Y se sacudía la presión de las preguntas, que ahora se deposita sobre Robert Fernández. Es a quien le toca, por cargo, identificar el candidato idóneo, aunque institucionalmente la empresa deba compartirla con el presidente, con Soler y con Jordi Mestre, el vicepresidente deportivo.

Es extensiva la idea de que el trabajo de tanteo sobre los entrenadores más apetecibles ya está hecho. Desde el club se pretende transmitir la idea de que ahora podrá cerrarse la contratación con calma. El preparador asturiano lo ha dejado, de hecho, dos meses antes que Pep Guardiola, con quien se establecen paralelismos inevitables.

LA PUERTA DE SALIDA / Ernesto Valverde aparece como el técnico con más números de coger el relevo. Acaba contrato con el Athletic y hace apenas 10 días dijo a la televisión pública vasca algo que puede sonar a señal reveladora en estos momentos de incertidumbre: «No quiero salir mal del Athletic; no quiero que me señalen la puerta de salida».

Era el elegido de Andoni Zubizarreta. Pero cuando el exjugador del Barça y Espanyol dijo que deseaba respetar su contrato con el club bilbaíno, la vista se giró hacia Luis Enrique. Robert siempre ha creído en el criterio de Zubizarreta y, además, desde el entorno de Valverde se ha dejado entrever su sensación de que ya ha cumplido su ciclo en el Athletic (esta es la cuarta temporada), de que ha conseguido lo máximo a lo que se puede aspirar siendo fieles a sus señales de identidad.

Desde la institución azulgrana se asegura que el perfil que se busca garantizará la continuidad de la filosofía futbolística de la era moderna. Valverde reúne estas características. Pero no es el único, ni mucho menos. Jorge Sampaoli, el técnico del Sevilla, aparece como una alternativa más difusa. Como Unzué, Òscar Garcia o Eusebio.

Gestionar un grupo que lo ha ganado todo y con pilares rozando la treintena no es sencillo. Hace falta personalidad y credibilidad. La misma que se espera de Robert Fernández frente a las opiniones externas.