El Al-Qazeres ha vuelto a la Liga Femenina, a la élite del baloncesto, por méritos propios, por la puerta grande. Gran noticia, desde luego, una más, para el deporte extremeño. En estos días hemos asistido a una fase final apasionante, a una competición que ha devuelto al Serrano Macayo la emoción y, en esta ocasión, al éxtasis final del éxito, ese que tanto han merecido las chicas de Jacinto Carbajal tras protagonizar un memorable trabajo.

Hace tres temporadas, en el mismo escenario competitivo, las caras de aquellas jugadoras transmitían el disgusto lógico de haber perdido en casa, como anfitrionas, después de haberlo puesto todo. Ayer era radicalmente distinto. Aquella herida, clavada muy adentro desde entonces, se pudo restañar a lo grande para algunas de ellas, y también pudo hacer lo propio el propio técnico. Hace justamente dos años, el ascenso de Logroño no supo igual que el de un domingo fabuloso como el de ayer.

Me quedo con un detalle correlativo y, ante todo, con un nombre: el de Jara Salgado, la eterna capitana, la jugadora que se merecía estar ahí. Con ella empezó todo.

Jara, a quien una gravísima lesión le privó de la élite, también ha participado como voluntaria de la competición, al igual que Carmen Cambero. Me ha alegrado extraordinariamente verla, como una más, luciendo la vestimenta propia de esa labor, aunque sin duda hubiera sido más bonito que hubiera vestido el verde y amarillo, y anotar y defender como ella lo ha hecho siempre. Quería estar, seguro, y en realidad ha estado. Para mí ha estado muy presente.

Ella, fijo, se ha alegrado tanto o más que el resto. Y es que ella es la quintaestencia de este Al-Qazeres, ese club bandera, con el Arroyo de voleibol y el Santa Teresa de fútbol, referente del deporte femenino extremeño. Felicidades también, Jara. Contigo empezó todo. Claro que sí.