"Quien controla el pasado, controla el futuro", escribió George Orwell en '1984'. La reflexión me sirve para recordar el vigésimo aniversario del primer ascenso a la Primera División del Mérida por las grandes similitudes que veo con su actual heredero, que ilusiona a la afición igual que su antecesor.

Ese proyecto fue una huida hacia adelante, que permitió a una generación disfrutar de la máxima categoría del fútbol español sin desplazarse fuera. Sin embargo, la ausencia de sólidos cimientos provocó que el rascacielos se desmoronara.

Aquel pasado, no tan lejano (20 años no es nada, decía el tango 'Volver' de Carlos Gardel), debe servir para tomar nota de lo bueno, así como para evitar repetir errores.

Uno echa la vista atrás y se siente un privilegiado. Como aficionado (todo periodista deportivo lleva un aficionado dentro) y como periodista, por haber podido disfrutar de la 'liga de las estrellas' sin salir de casa.

Aquel 27 de mayo del año 1995 me trae unos recuerdos inolvidables. Uno era consciente de que estaba ante un día histórico. Una suerte haber estado en el lugar y en el momento oportuno. Algo por lo que hubieran pagado generaciones de periodistas extremeños de antes y de ahora.

Los nervios se hacían patentes tras el almuerzo. Los minutos eran interminables. Los enviados especiales a Bilbao inmortalizamos el viaje con una foto a las puertas del hotel Ercilla: Felipe Quiñones, Carlos González, Urbano García, Jero Morales, José Manuel Romero-

El golazo de Cuéllar

Un par de horas después, por fin, empezaba el partido en Ipurua. El choque dejó para el recuerdo algunas escenas de muchos nervios, pero lo cierto es que el duelo no era tan trascendente, pues quedaban tres jornadas más.

Al inicio de la segunda parte, llegó el golazo de Cuéllar. Gracias a la videoteca, su recuerdo sigue fresco. Tras el pitido final del gallego Evaristo Puentes Leira, se desató la locura en Eibar y, sobre todo, en Mérida.

Pese a desplazarme a Eibar, para contarlo en la Cadena Cope a nivel local, el ascenso provocó mi incorporación, desde las ocho, a la programación nacional a las órdenes de José María García. Me apenó perderme instantáneas como la de compañeros y aficionados ante el histórico marcador de Ipurúa o múltiples escenas durante la cena de celebración en el hotel Ercilla.

La jornada fue larga y la noche corta, pues tuvimos que intervenir en los programas nacionales. Y, al día siguiente, madrugón. El vuelo mandaba. Parada en Madrid para visitar Marca con su recordado suplemento gigante.

Segunda parada en Trujillo para almorzar. Ejemplares de El Periódico Extremadura esperaban a los comensales, que devoraban las informaciones de su gesta. Fuera, decenas de emeritenses jaleaban a los jugadores del Mérida.

Tras el almuerzo, la caravana romana (autocar del equipo y coches de aficionados) partía a Mérida. A bordo del autocar, vivimos lo que veían y vivían los héroes hasta la difícil llegada al hornito y al ayuntamiento.

No recuerdo la plaza de España tan colapsada como aquel día. Luego el estreno ante el Betis. "El primero de Primera", narró Carlos Martínez, en Canal Plus, el gol de Quique Martín. Las visitas de Madrid, Barça y Atleti. Dos años en Primera dejan recuerdos y anécdotas que dan para un libro. Un compromiso por mi parte para las generaciones presentes y futuras.

20 años después, tengo la sensación de que la gesta nos supo a poco, pues no la disfrutamos. Al menos, mi generación pudo vivirla y contarla.

El mejor legado que dejó aquel Mérida es el embrión de una afición de Primera, que ha despertado ahora.

Si Mérida no hubiera saboreado las mieles de Primera, tal vez no contaría con esta afición, que no es poco.