A Jose Mourinho no se le ha olvidado que mañana juega la final de la Liga de Campeones ante el Bayern Múnich. El técnico del Inter se encerró ayer en Valdebebas para intentar buscar un antídoto al equipo de Van Gaal.

Desde que aterrizó en Madrid en la madrugada del jueves, un día antes de lo habitual en previsión de que las cenizas del volcán islandés volvieran a enredar, Mourinho ha acaparado toda la atención. Ya en el aeropuerto, varios aficionados le pidieron que siguiera en su actual equipo y él solo pidió que la afición del Real Madrid apoyase a su equipo en la cita de mañana. Ayer, el hotel donde se hospeda su equipo, el mismo en el que se concentra el Madrid, también recibió la visita de seguidores. Ni un solo jugador del Inter ni el propio técnico se dejaron ver.