Mientras Valentino Rossi, el campeonísimo al que no le ha quedado más remedio que vivir este año a la sombra de Jorge Lorenzo, paseaba por el Mediterráneo con su flamante yate Titilla II , un Persing 56, de 18 metros de eslora y casi dos millones de euros de coste, el líder del Mundial de MotoGP se fotografiaba en una playa de Punta Cana, en Santo Domingo, clavando en la arena su bandera negra, medio pirata, acompañado de sus amigos.

Hace días que los dos grandes protagonistas, para lo bueno y para lo malo del Mundial de MotoGP, han dejado de divertirse para presentarse hoy, totalmente a punto, en el circuito de Brno (República Checa) donde, este fin de semana, arranca la segunda parte del Mundial, los últimos nueve grandes premios. Lorenzo y Rossi saben que el mallorquín tiene ya medio ganado el título.

Promedio inigualable

Es más, si el nuevo líder de Yamaha osa repetir los mismos o parecidos números que ha conseguido en las primeras nueve citas del año (Qatar, España, Francia, Italia, Gran Bretaña, Holanda, Cataluña, Alemania y EEUU) en las nueve últimas (República Checa, Indianápolis, San Marino, Aragón, Japón, Malasia, Australia, Portugal y Valencia) romperá todos los récords habidos y por haber en la categoría reina. Sus seis victorias (Jerez, Le Mans, Silverstone, Assen, Montmeló y Laguna Seca), unidas a los tres segundos puestos (Losail, Mugello y Sachsenring), le permitirán ser campeón corriendo con cautela, con la calculadora en la mano y sin entrar al trapo en las batallas que le planteen sus adversarios.

Lorenzo ha sumado la friolera de 23,33 puntos por gran premio cuando el máximo de puntos que se pueden conseguir en una carrera es de 25 (para el ganador) o 20 (para el segundo). De seguir esta progresión, el mallorquín ganaría el título con 420 puntos, es decir, 47 más del récord establecido, en el 2008, por el Doctor . La Gazzetta dello Sport se planteaba el martes la posibilidad de que Lorenzo decidiese correr con la calculadora en la mano y no tomar riesgos. En ese sentido, el diario italiano ofrecía, incluso, una de las muchas posibilidades matemáticas que convertirán a Lorenzo en campeón casi sin jugarse la vida: 2 victorias (50 puntos), 5 segundos puestos (100), un tercer lugar (16) e, incluso, puede permitirse un abandono (0 puntos). Esos resultados le supondrían añadir 166 puntos a los 210 actuales, lo que le convertiría en campeón con 376 puntos, inalcanzables para Dani Pedrosa, ahora segundo con 138, cuyo tope, ganando las siete (175 puntos) que no gane Lorenzo y quedando segundo (40) en las que gane el piloto mallorquín, sumaría 353.

Es evidente que sumar 210 puntos de los 225 que se han disputado es una barbaridad, al igual que liderar 119 de las 230 vueltas que se han corrido (el segundo líder en vueltas es Pedrosa, con 74) o ganar 6 de las 9 primeras carreras, cuando el récord en una misma temporada lo posee Mick Doohan con 12 victorias en 1997. Los dos monstruos italianos, Valentino Rossi (2001, 2002 y 2005) y Giacomo Agostini (1968, 1969 y 1970), sumaron 11 victorias en tres ocasiones.

Un ganador hambriento

Lorenzo se niega a hablar de sus posibilidades de campeonar . Eso sí, reconoce que la ventaja adquirida en la primera parte de la temporada le permitirá correr la segunda de otra manera. "He corrido muchas carreras con el cuchillo entre los dientes, por ejemplo, las dos primeras, en Qatar o Jerez, de modo que, en Alemania, cuando vi que Dani (Pedrosa) se había escapado decidí bajar el ritmo. No tenía sentido arriesgarse a una caída y perder todo lo conquistado en este magnífico inicio de temporada".

Lorenzo reconoce que es humano y que puede equivocarse. "Para ser campeón he de fallar lo menos posible y eso se logra administrando la ventaja y sabiendo, en cada carrera, dónde está mi límite, sin volverme loco".