La junta directiva del Liverpool debía celebrar anoche una reunión extraordinaria para estudiar la inminente venta del club. La operación, que permitirá salvar al equipo de la bancarrota, quedó desbloqueada ayer por un fallo del Tribunal Superior de Londres. La sentencia, celebrada por la afición de los reds, niega que los estadounidenses Tom Hicks y George Gillett, sus actuales propietarios, tengan derecho a impedir la venta al grupo estadounidense New Sports Ventures (NESV), acordada por el resto de la junta.

El presidente del Liverpool, Martin Broughton, se mostró eufórico pero prudente, dejando en el aire la posibilidad de que durante la reunión se pudieran considerar nuevas ofertas rivales. Broughton se negó a confirmar que NESV, dueño del equipo de béisbol Red Sox de Boston, vaya a ser el nuevo propietario. "La junta debe ser reconstituida y no puedo prejuzgar lo que va a decir, pero el club va a tener un gran futuro. Vamos a restablecer las bases adecuadas", declaró. El consorcio NESV ofrece 340 millones de euros por el club, que tiene una deuda de 414 millones.