No resulta monótono, ni mucho menos complicado, conversar con él para conocer la particular historia deportiva y humana de José Antonio Ayuso Nevado, futbolísticamente Ayuso (Cáceres, 13 de noviembre de 1992). El jugador del Amanecer no es un tipo al uso, ya que carece de reparos en anunciar que este maestro se ofrece para trabajar «en lo que sea», ya que en su club no cobra un solo euro. Es la otra cara del deporte, el otro lado del amateurismo.

Ayuso, que se crió en Villar del Pedroso, donde viven sus padres y de donde es su familia y en realidad él mismo, reside en Cáceres con su hermano, David, y su abuela, Consuelo, preparando oposiciones y compatibilizándolo con entrenamientos y partidos. Hizo Magisterio en la ciudad, y el próximo mes de marzo intentará aprobar las de prisiones, «que tendré más posibilidades porque hay más plazas en porcentaje que en las de maestro» Entre el fútbol y el estudio, tendría tiempo para currar y así ingresar dinero, al menos para el alquiler de la vivienda. Ese es su verdadero deseo ahora mismo. Sí, es a la vez maestro, futbolista... y parado.

«He trabajado viernes y sábado en el Supercor hasta que no me pudieron renovar cuando se cumplieron los seis meses», cuenta este chico de maneras humildes, extremadamente educado al tiempo que dicharachero que, en ese plan, dice que «más o menos sé hacer de todo». Incluso deja su teléfono particular para que se pueda comprobar «sin problema» que puede aportar lo que da también en el campo de fútbol, que es «todo». Su número, el 676489405.

Juega, por lo general, los 90 minutos en cada partido del Amanecer. Pero su trayectoria futbolística tiene sus vericuetos. «Con 8-9 años estaba en la Escuela Morala», donde llegó a conocer a Oliver Torres, «que con 2-3 años menos que nosotros ya estaba en el equipo. Le sacábamos medio metro, pero el balón le llegaba siempre a él…», dice.

Pensando en el ahora centrocampista del Oporto, a Ayuso le hubiera gustado ser profesional, «buff, claro». Ha militado en el Moralo juvenil, Cacereño B, Casar, Moralo y Montehermoso, el pasado año. En éste entrenó en pretemporada con el Arroyo, pero finalmente «me cansé de esperar al no decirme nada el club» y recaló en el Amanecer, donde dice estar feliz, aunque el hecho de no cobrar un solo euro no completa ese estado.

La Tercera División tiene estos rigores. Ayuso, un futbolista de perfil modesto, que durante dos años vivió en un internado en Madrid, todavía en plena adolescencia, algo que evidemente asume que «me marcó», espera seguir disfrutando del deporte. «Soy muy echado para adelante», dice sobre sí mismo y sus ganas de compatibilizar trabajo y deporte. «Quiero que me den la oportunidad y aprovecharla», dice en lenguaje claramente futbolístico, aunque en esta ocasión su anhelo sea laboral. Y en ello está, esperando una oportunidad, esa oportunidad que se le está resistiendo desde hace tiempo.

Mientras tanto y pese a todo ello, su amor por el fútbol le lleva a disfrutar. «Seguiré hasta que pueda», comenta. ¿Dónde? ¿En qué condiciones? Asume que las actuales no son las mejores, pero ahí sigue, peleando con buenos resultados. «Estamos haciéndolo bien, para lo que se esperaba», asegura sobre la trayectoria del Amanecer de José Manuel Romero, un entrenador capaz de sacar lo mejor a todos. Pero esa es otra historia, también de perfil modesto.