Sin descolgar su eterna sonrisa de su cara, Manuel Alfredo Mosquera Bastida puso fecha de caducidad ayer a su trayectoria en el Extremadura. Tal y como estaba previsto, O Bruxo anunció que cierra su escuela de magia aunque todavía no tiene claro si volverá por donde en su día vino.

Tras doce intensas campañas, desde las 91/92 y hasta la presente, con la excepción de su efímero paso por el Compostela, con tres ascensos y otros tantos descensos dice basta. Y si le preguntan a cuento de qué, responde con esa naturalidad que se desayuna cada mañana mojada en café que "ha llegado la hora. Así de simple, así de fácil. Creo que es el momento y hay que cerrar etapa". Su adiós era un secreto a voces, y lo asume, pero ayer lo oficializó compareciendo en rueda de prensa junto a Pedro Nieto. "La decisión estaba tomada desde hace tiempo y había que ponerla en práctica. Creo que es mejor así. Estoy jugando, me siento importante y pienso que el próximo año no voy a mejorar mi aportación. Hay que ser honesto con el club y conmigo mismo y adiós. Hasta aquí llegué".

Recuerdos vitales

Manuel tiene en su memoria un montón de buenos recuerdos. Ha vivido tres ascensos, dos a Primera División, aunque también el mismo número de descensos, y ha sido uno de los estandartes de la década prodigiosa almendralejense. En el otro plato de la balanza, el de los malos recuerdos, no están precisamente esas frustraciones futbolísticas en forma de las citadas pérdidas de categoría. Sí aparecen "el montón de gente que se ha quedado en el camino. No me gustaría olvidarme de nadie, pero ahí están los Luis Verde, Alberto Vallina, Zaca de la Hera, Juan el ´Indio´... Y últimamente Gori, don Jesús, Paco Mora... En una gran familia, cuando se pierde a un ser querido, duele y mucho". En cuanto al futuro, también lo tiene claro. O no, como buen gallego. "Lo primero son unas largas vacaciones y no pensar en pretemporadas. Luego, veremos".

De momento quiere que el del domingo sea su último partido con el Extremadura en Almendralejo. Suerte, Bruxo .