No apareció ayer por la noche la temida lluvia en Nueva York, pero sí se vio en el estadio Arthur Ashe el relámpago de Rafael Nadal, que fulminando a Denis Istomin 6-2, 7-6 (7-5), 7-5 siguió avanzando como un rayo hacia la conquista del último grande que no tiene en su palmarés: el Abierto de Estados Unidos.

Por ahora, con su filosofía de pensar de partido en partido, insistiendo en que la victoria en Flushing Meadows “sería un sueño” pero “no es una obsesión”, está en tercera ronda, como otros ocho españoles (y Lourdes Domínguez Lino en el cuadro femenino), una cifra histórica para el tenis nacional en el Grand Slam estadounidense.

Allí le espera el francés Gilles Simon y el partido promete ser interesante, y no solo por la calidad de los dos jugadores: a la mujer de Simon, que esperaba dar a luz al primer hijo de la pareja el mes que viene, se le adelantó el parto y el tenista se convitió en padre. Simon se ha confesado con ganas de volver a casa en París para conocer al pequeño, pero también “relajado”. No tiene excesiva prisa por coger el avión (aunque ayer Nadal bromeó al enterarse de la noticia con un “si quiere yo le compro el billete”) y ayer lo demostró imponiéndose a Philip Kohlschreiber con un 4-6, 6-3, 1-6, 6-1, 6-3.

Prometedor partido

Antes de que llegue el prometedor partido, Nadal disputó el de anoche, el segundo encuentro de este año entre el campeón mallorquín y el uzbeko Istomin, uno de los pocos jugadores entrenados por su madre y que ha conseguido situarse en el puesto 39 mundial. Aunque el anterior fue en hierba, el cambio de superficie no hizo que se alterara la historia: Istomin fue incapaz de aprovechar las escasas oportunidades que le dio Nadal.

En el primer set, la supremacía de este fue contundente y empezó a aparecer la última de sus armas reforzadas: un servicio fortalecido, con bolas que llegaron a alcanzar los 215 kilómetros por hora y que circularon desde su raqueta a una media de 196XS. En el segundo set, más igualado, ni el uzbeko aprovechó sus dos posibilidades de romper el servicio a Nadal en el sexto juego ni el español logró el 7-6 que tuvo una vez al alcance de su raqueta y se llegó al tie break. Y fue ahí donde Nadal demostró por qué tiene el número 1 mundial.

Muerte súbita

Istemin llegó a colocarse 5-1 en esa muerte súbita, y lo hizo en el servicio de Nadal y tras un intenso intercambio en el que su esfuerzo tuvo no solo el premio del punto sino el de una ovación del público puesto en pie. Pero después de esa miniapoteosis, el uzbeko no sumó ni un punto más al marcador y Nadal acabó apuntándose el set. En el tercero, también disputado, Nadal acabó inclinando definitivamente la balanza a su favor.

Ayer se despidieron del torneo Marcel Granollers (al que Sam Querrey impuso un 6-2, 6-3, 6-4) y Guillermo García López, al que Nicolás Almagro ganó 6-3, 7-6 (7-5), 4-6, 7-6 (7-4).