«Ahora es el momento para centrarme en el triatlón», cuenta Miriam Casillas (Badajoz, 1992), una de los once extremeños que fueron olímpicos en los pasados Juegos de Río. Referente del actual triatlón femenino estatal, campeona nacional de triatlón y duatlón en 2014, Casillas tendrá que esperar todavía para su reaparición, ya que no podrá competir en Madrid por lesión el próximo domingo.

En Madrid confluían los nuevos bríos de Casillas y los de la que pasa por ser la competición de triatlón con más solera entre las que se organizan en España. Madrid, una fija de los circuitos desde 2002, vuelve a recibir la Copa del Mundo. Aunque los tiempos han cambiado tanto para la urbe como para el circuito. Esta copa poco tiene que ver con la que convirtió la sinuosa Casa de Campo en un escenario icónico de este deporte dentro del panorama mundial. Para empezar, pese a su nomenclatura, porque la conversión de los Mundiales en Series Mundiales la degradó en prestigio y consideración.

Madrid logró mantenerse entre la élite de este multideporte hasta el año 2014, cuando descabalgó del calendario e incluso peligró por cuestiones económicas; pero la Copa de Europa emergió para evitar su desaparición. Un rescate. Y un trienio para reflexionar, coger impulso y reinventarse como competición, tutelada directamente por la federación española, con un nuevo circuito, más urbano, más cercano al público y hasta más patrimonial, con el Palacio Real como telón de fondo de bicis y zapatillas.

Eso sí, y ahí con la Casa de Campo aún como meca, sin olvidarse nunca de las pruebas paralelas para jóvenes y aficionados del día anterior o las sinergias con iniciativas de índole social para las que se hace de altavoz, como la lucha contra el maltrato doméstico o el bulling escolar. El triatlón es un deporte transversal. La pacense Casillas (Badajoz, 1992) era una de las bazas españolas en la prueba femenina, una cita que aguardaba con ganas.

Tras la lesión

Este mes de mayo Casillas regresó en las Series Mundiales de Yokohama, donde finalizó 29ª. «Contenta por volver, aunque el resultado no fuera especialmente bueno», dice. A la cita nipona llegó, además, con sus prácticas en el Hospital Clínico de San Marcos de Madrid recién concluidas y a la espera de finiquitar por fin el trabajo de fin de grado. Otro pasito en una vida que ha venido compatibilizando alta competición y estudios de Medicina y que ahora afronta un punto de inflexión.

"No voy a hacer el Mir de momento. Voy a esperar un poco. El Mir y la competición sí es que es más incompatible, así que por lo menos voy a esperar hasta después de los Juegos de Tokio, voy a enfocarme más en el triatlón. Haré algunos cursos, seminarios y demás, porque tampoco quiero desconectar del todo. Pero afrontar la especialidad es bastante incompatible por horarios, exigencias,.. ahora es el momento de apostar por el triatlón, es un ahora o nunca. Lo que está claro es que la medicina es el gran objetivo, el objetivo a largo plazo», explica.

«No ha sido fácil. Ahora miro atrás y todo parece bonito. No es así y no es fácil de explicar. Sobre todo por las prácticas, que te exigen un tiempo. Los exámenes te los puedes organizar, jugar con las convocatorias, repartir los plazos. Al final todo depende de tu organización y constancia. Los dos primeros años no fueron sencillos, pero al final me organizaba mejor, sabía cómo y qué estudiar, cómo aprovechar mejor el tiempo, cómo avanzar en el programa sin poder ir a clase a veces. Estamos siempre fuera de casa entre competiciones y entrenamientos», resume.