Pamesa Valencia: Avdalovic (6), Stepp (-), Yebra (5), Dikudis (27), Garcés (5) -cinco inicial-, Miralles (6), Timinskas (11), Harrington (18), Sklavos (3) y Luengo (-).

Tau Vitoria: Prigioni (3), Hansen (11), Jacobsen (19), Scola (19), Splitter (6) -cinco inicial-, Erdogan (20), David (2), Vidal (-) y Ukic (6).

Arbitros: Arteaga, Amorós y Pérez Pizarro. Excluyeron por personales a Hansen (m.38), Jacobsen (m.39), Timinskas (m.40) y Dikudis (m.40).

Marcador por cuartos: 8-29, 31-49, 52-66 y 80-85.

Incidencias: Final de la septuagésima edición de la Copa del Rey de baloncesto, disputada en el Palacio de los Deportes de la Comunidad de Madrid ante unos 13.400 espectadores.

El croata Velimir Perasovic volvió a inscribir su nombre con letras de oro en el baloncesto español al frente del Tau Vitoria, campeón de la Copa del Rey por aplastamiento ante el Pamesa Valencia, descabalgado del título en diez minutos devastadores del equipo dirigido por el único hombre que ha conseguido proclamarse campeón copero como técnico y como jugador.

El Tau es el rey de las finales: cuatro consecutivas en otras competiciones diferentes acumula entre la temporada pasada y la presente el conjunto vasco que, nueve años atrás, en 1995, levantó el título del KO por primera vez con el letal escolta croata convertido en entrenador frente al Zaragoza (88-80) en Granada.

Ha pasado el tiempo y el Tau no ha parado de crecer. Entre mayo de 2005 y febrero de 2006 ha disputado las finales de la Euroliga, de la Liga ACB, de la Supercopa y la de esta Copa en Madrid. Perdió los dos primeros ante el Maccabi Tel Aviv israelí y el Real Madrid, pero los dos últimos ya adornan las vitrinas de un club que ha entrado en la grandeza de la mano de Josean Querejeta, un presidente casado con el éxito.

La excelente trayectoria marcada en la Copa madrileña por el Pamesa Valencia y su técnico, Ricard Casas, tocó puerto delante de la maquinaria ganadora del Tau. Honores también para los valencianos. Vuelven a casa dolidos por la derrota y engrandecidos por la ambición, la casta y la decidida apuesta que han hecho por el buen baloncesto.

CON HONOR El Pamesa ha caído con la cabeza bien alta. Enfrente tenían a uno de los mejores equipos de Europa. Un bloque asentado en lo deportivo y en lo filosófico. Sobre la cancha desbordan sus recursos, desde los imperiales movimientos de pies del hispano-argentino Luis Scola hasta la muñeca de seda del turco Serdan Erdogan, por citar algunos.

Los discípulos de Perasovic dejaron al escuadrón naranja en ocho puntos al final del primer cuarto. En su cuenta constaban veintiún tantos más (8-29). Los valencianos miraban al suelo. Un triple de Oscar Yebra, dos canastas del griego Demos Dikudis y un tiro libre del estadounidense Junior Harrington era todo lo que el Pamesa pudo arrancar.

Además, 21 puntos de desventaja en un cara a cara con los vascos, acostumbrados a presión de las finales y dueños de uno de los ritmos de juego más intensos y dinámicos del baloncesto europeo. Una misión prácticamente imposible. Los cimientos del Tau son muy sólidos. Sujetan un edificio muy bien construido. Terminado hace tiempo y mejorado.

El Pamesa persigue el mismo objetivo. De hecho, en Madrid ha llegado tan lejos porque ya ofrece retazos de bloque en avanzado estado de acoplamiento. Por eso, y por un sensacional Dikudis y un corazón colectivo, apretó los dientes y consiguió la proeza de plantarse en los últimos minutos con posibilidades de discutir con los vitorianos por el título (70-77 m.38). Agarrado a Junior Harrington, a Dikudis y a una moral inquebrantable pudo soñar con el milagro, que no consiguió.