La victoria de Portugal ante Rusia supuso, además de los tres primeros puntos del equipo luso en la Eurocopa de la que es el anfitrión, devolver al país la certeza de que el debut ante Grecia sólo fue un mal trago superado y propiciar que el optimismo se apodere por completo del país.

Todos hablan del partido y de la victoria que seguro lograran el domingo contra España. "Ante su público, el equipo no puede fallar. La victoria es lo único que vale y se lograra", razonan unánimemente políticos, periodistas, jugadores, aficionados, conocidos de la vida social portuguesa y todo aquel al que se le pregunta sobre la selección.

Y es que, del mismo modo que la derrota ante Grecia sumió al país en un estado de pesimismo tras la más que inesperada derrota ante Grecia en la fiesta inaugural de un torneo que, de tan deseado que era, parecía no llegar nunca, la victoria ante la devaluada Rusia ha desatado ahora el fervor patriótico local.

El pitido final del árbitro noruego Terje Hauje dio rienda suelta a los contenidos deseos de celebración que tenía el pueblo portugués después de que no pudiera hacerlo el primer día de competición. El regreso a la senda de la victoria fue celebrado como si del título se tratase por los aficionados, que recorrían la ciudad en los coches haciendo sonar el claxon y con banderas.

Ayer, la euforia continuó. Los periódicos abrían todos en su totalidad con la victoria ante los rusos y la rehabilitación de un equipo. Ahora sitúan en el objetivo a España, de la que nadie duda que será la víctima de su selección en su pase a cuartos.

DE UN EXTREMO A OTRO Si el domingo pasado, tras la tragedia griega, el país se levantó desamparado y desolado tras la expectativas creadas, ayer, todo cambió. La selección y el próximo partido ante España es el tema central de casi todas las tertulias y la gente acudió a trabajar con el convencimiento de que éxito acompañará a su equipo.

Si días antes de que comenzará el torneo, miles de coches llevaban insertadas una bandera de Portugal en alguna de las ventanillas de sus automóviles, ayer, tal vez, el número de banderitas que ondean con el movimiento del vehículo quizá sea mayor. Sin duda, es momento de sacar cabeza y exhibir el orgullo nacional tras el varapalo sufrido a las primeras de cambio.

En la sede de entrenamientos de la selección portuguesa la confianza y la sonrisa ha vuelto a la cara de sus moradores, incluidos los periodistas que siguen la actualidad de su selección, ya más convencidos de las posibilidades de su equipo que 24 horas antes del choque ante los rusos. Tal vez sean los jugadores los más moderados.