CACERES CB 84: Ferrán López (18), Hurl Beechum, Ariel Eslava, Deon Thomas (23), Dani García (15)-cinco inicial- Vladimir Petrovic (9), Mike Hansen (9), Joffre Lleal (8), Kevin Thompson (2).

DKV JOVENTUT 76: Carles Marco (10), Paco Vázquez (7), Nicola Radulovic (13), Maceo Baston (20), Zan Tabak (5)-cinco inicial- (3), Souley Drame (1), Juan Alberto Espil (9), Bueno (8).

ARBITROS: Betancor, Requena y González Díaz. Sin excluidos.

MARCADOR CADA CINCO MINUTOS: 8-11, 20-20, 30-30, 41-38 (descanso), 51-51, 58-58, 69-70 y 84-76 (final).

INCIDENCIAS: Decimoquinta jornada.

Espectacular y balsámico. El Cáceres CB logró un respiro grandioso con un triunfo con el inconfundible sabor a las grandes gestas verdinegras del último decenio en la élite del baloncesto español, virtualmente olvidadas en los últimos tiempos. El Joventut, un histórico que venía avalado por ser el segundo equipo más valorado del espectro ACB, claudicó ante la demostración de garra y talento que, por fin, exhibió el Cáceres.

Fue el grupo de Hussein un conjunto con evidentes signos de que el inicio de liga no se ha escrito con lógica. Tiene el Cáceres una plantilla sobrada de recursos, que cuando se pone a currar --y a pensar-- puede hacerle frente a cualquiera. Queda la impresión, por añadidura, de que la casi anecdótica presencia ayer del nuevo fichaje, Kevin Thompson, hará más fuerte al equipo, sobrado de talento, aunque falto de confianza hasta ahora.

Y es que ganarle al Joventut no está al alcance de medianías. A la Penya sólo se le puede superar con claridad con las armas cacereñas de la mágica noche y, por qué no también, por evidenciar una anarquía que no pudo parar su entrenador, Manel Comas, por muchos gestos para la galería y protestas hacia los árbitros que completen su pose.

Tuvo el encuentro una máxima igualdad durante su desarrollo debido a las rachas que alumbraron el poder ofensivo de unos y otros. Comenzó fuerte el Joventut (llegó a acumular un 8-17 a los seis minutos), pero el acierto de Radulovic desde fuera y la fuerza bruta de Baston por dentro no podían ser argumentos suficientes como para derrotar al antepenúltimo de la liga.

Hussein encontraba, a cada problema, soluciones para todo. Ayer no era el día de Beechum --ni llegó a anotar--, no pasa nada: meto al hipermotivado Jofre Lleal o roto con Petrovic, un jugador que, concentrado, es un valor añadido letal; si tengo que jugar con dos bases, lo hago, ya que Ferrán y Hansen estan finos. Pero quizá la clave estuvo dentro. Thomas y Dani García, inspiradísimos, aportaban la clase necesaria para remontar (20-20 a final del primer cuarto).

El partido estaba abierto, con parciales claros de unos y otros, aunque en la grada se sabía que, ocurriera lo que ocurriera, su equipo no defraudaría. La actitud era perfecta. Sólo restaba que llegara el éxito.

REMONTADOS

El Cáceres llegó a acumular, tras el descanso, diez puntos de ventaja (51-41, min. 13), amparado en el excelente trabajo colectivo. Pero la zona badalonesa hizo daño al grupo de Hussein, que volvió a perder su renta (51-51, minuto 15).

El equilibrio continuó hasta el inicio del último cuarto, el decisivo. Los augurios no eran buenos, ya que cuatro triples consecutivos de Marco (2), Espil y Vázquez parecían decantar la balanza del lado visitante (62-70). No importaba, ahí estaba la fe verdinegra. Un impresionante Dani García --cuatro tapones en el global del partido-- abanderó al Cáceres en defensa, que en ataque comenzó a carburar de escándalo, con Thomas, Petrovic y un frenético Ferrán López.

El choque se volteó en un plis plas . La batería exterior visitante se fundió y el Cáceres se creció cuatro cuerpos por encima de su rival para, al menos, morir en el intento. La fe movió la maquinaria verdinegra. Un tapón enorme de García sobre Baston a falta de pocos segundos coloreó el final. El regalo de Reyes fue así de vistoso. Y el respiro, como el decenio vivido, de época.