El penalti que falló la estrella argentina del Villarreal, Juan Román Riquelme, en la vuelta de semifinales de Liga de Campeones no es el primer caso en el que una figura de primera línea desaprovecha una pena máxima en un momento decisivo.

De haberse transformado en gol, el penalti hubiera permitido al Villarreal disputar al menos la prórroga contra el Arsenal y pelear por un puesto en la final.

Los grandes jugadores casi siempre son recordados por grandes partidos, goles asombrosos o actuaciones espectaculares que escapan a la racionalidad de los espectadores.

El ejemplo más cercano lo encontramos en la figura del camerunés Samuel Eto´o. En la clasificación para el Mundial de Alemania Camerún debía vencer a Egipto para viajar a la cita mundialista, y en el minuto 95, con empate en el marcador, Eto´o dejó la responsabilidad de lanzar la pena máxima en las botas de Wome, que erró el disparo y Camerún no irá al Mundial.

Otro buen jugador que falló una pena máxima es el inglés David Beckham. En la Eurocopa de Portugal tiró a las nubes un penalti ante el equipo anfitrión en el primer disparo de la fatídica lotería, lo que privó a los ingleses de acceder a las semifinales. Un aficionado que recogió el balón en la grada lo vendió en una subasta por cinco millones.

EN ESPAÑA En España también hay muchos mártires del penalti. Nadie olvida el fallo de Raúl ante Francia en los cuartos de final de la Eurocopa de 1998, o los errores mundialistas en cuartos de final de Eloy Olaya, en 1986 ante Bégica, y Joaquín, en 2004, ante Corea. Hierro y Nadal también fracasaron en la tanda ante Inglaterra en los cuartos de final de la Eurocopa de 1996.

La liga también tiene momentos épicos. Nadie olvida el penalti que falló el jugador del Depor Djukic, que en el minuto 90 erró la pena máxima que hubiera dado el primer título de Liga de la historia al club gallego, pero que finalmente viajó a Barcelona.

Todos recuerdan el ´hat trick´ del delantero argentino Martín Palermo. En 1999, con la selección albiceleste, falló tres penaltis en la Copa de América de 1999 ante Colombia. Triste récord. Sin embargo, la marca contraria la posee el portero rumano del Steaua de Bucarest Ducadam, quien paró cuatro penas máximas al Barcelona en la final de la Copa de Europa de 1985, disputada en Sevilla.

Lo que está claro es que lo que finalmente queda en el recuerdo son los grandes errores.