Ronaldinho, jugador del Barcelona, desvinculó ayer su continuidad en el club de la del vicepresidente Sandro Rosell, artífice de su fichaje y protagonista de un enfrentamiento con el presidente Joan Laporta que podría llevarle a abandonar.

Ronaldinho evitó polemizar sobre este asunto, consciente de la transcendencia que tendría su posicionamiento en el conflicto, y optó por desear un entendimiento entre las partes desde la afirmación de que el equipo "necesita una directiva fuerte", declaró el brasileño.

El brasileño reconoció su amistad con Sandro Rosell, pero también la declaró con Joan Laporta y aseguró que no había conversado sobre esta polémica con ninguno de ellos.