«La veo que está madurando en todos los sentidos, en lo físico, en lo mental y como deportista». Silvia Romero (16-10-1987) habla así de su hermana, María (2-8-1999). Una, la mayor, es pívot; la pequeña, escolta. Son las risueñas jugadoras placentinas del Nissan Al-Qázeres Extremadura. Son las compañeras de piso en Cáceres que chocan y se reconcilian «a los dos minutos» con una simple mirada. Son las que se escuchan y quieren como familia que son. Inician su cuarta temporada juntas e ilusionadas por tener un «gran año» y «con la máxima ambición».

María llega del entrenamiento del Multiusos. Silvia no. La mayor tiene un régimen especial en el equipo de Jesús Sánchez porque hoy empieza, con la máxima ilusión, su trabajo como maestra en el colegio Paideuterion. «No sé cuánto me quedará de jugadora, pero ya tengo que pensar en mi profesión, en lo que quiero hacer». Silvia también ha ejercido de educadora durante estos años de su hermana, de la que celebra su progresión en positivo.

«Sabe que tiene que dar un paso adelante», afirma Silvia sobre María. La pequeña de las Romero lo sabe y así se lo ha propuesto. «Siempre he creído en mis posibilidades», asume la jugadora que llegó desde Plasencia con la vitola de ser una de las más destacadas de su edad, con 16 años. Una lesión en el primer año truncó esa temporada, una campaña en blanco.

«Yo sé cuál es mi trabajo. Soy jugadora de equipo». La pívot, en efecto, conoce ese rol fundamental en el vestuario y, en momentos puntuales, también en la cancha. «Claro que me gustaría jugar más, por supuesto». No tiene mucho protagonismo por regla general, pero a ella no le desmotiva. Más bien al contrario. Unánimemente respetada durante todos estos años. Este año puede que también. «Yo estoy ahí para levantar el ánimo por ser de las más mayores, como Carla o Pao Ferrari».

Buen grupo

Los mensajes que lanzan ambas sobre este nuevo proyecto del Nissan Al-Qázeres tienen un signo positivo, inequívocamente esperanzador. «De momento creo que el grupo es muy bueno, es genial, con gente muy simpática, con las americanas que se ríen, que hablan...», dice Silvia mientras asiente María. Teniendo en cuenta lo ocurrido el pasado año, con problemas varios, no parece un mal síntoma. Ambas, por qué no, piensan en playoff para el título y Copa de la Reina.

¿Qué tiene Plasencia para que salgan tantas jugadoras de nivel desde la base? «Se trabaja bien, aunque también pueden salir generaciones buenas en Cáceres o en Badajoz», aseguran las hermanas, una referencia sin duda en una ciudad en la que Miralvalle, especialmente, o San Calixto, han hecho mucho por el baloncesto femenino regional. María Romero, con facilidad para practicar deportes desde muy niña («jugaba bastante bien al fútbol o al voleibol»), no tiene claro qué estudiar cuando termine por aprobar Inglés de Segundo de Bachillerato.

Cerca de la sede central de este diario se celebran las novatadas universitarias. María no hubiera podido disfrutarlas por estar entrenando. «Esto es lo que tiene el deporte de élite, el sacrificio». Es palmario que ambas reconocen que el triunfo llega a partir del trabajo, en el que sus padres les han apoyado siempre. Otro factor familiar clave.