De los focos a la penumbra del olvido. Un año después de lograr el Campeonato del Mundo de Muay Thai, el emeritense José Luis González Sanfélix sigue trabajando en silencio para subir al tren de sus sueños. «He ido cumpliendo metas poco a poco. Mi ilusión era subirme a un ring y cuando estaba en él, ganar. Lo que ha ido llegando después, ni lo imaginaba», asegura.

Sanfélix es referente y baluarte de este deporte en Extremadura, aunque el reconocimiento por sus logros debe esperar. «Tengo la posibilidad de revalidar el título mundial, pero no me interesa. Mi predecesor, que era ruso, fue recibido por Vladimir Putín y recibió 20.000 euros de su país. A mí no me dieron un duro y dudo que Mariano Rajoy sepa quién soy», lamenta entre risas.

De copar portadas y reportajes en la región, a pasar desapercibido por la calle. No culpa a los medios, ni tampoco le molesta. «Entiendo a la prensa, no es culpa suya. Esto es cosa de la sociedad y no pasa solo conmigo. En España, por desgracia, importa más si Cristiano Ronaldo se ha dejado con Irina o si Sergio Ramos ha tenido un hijo. El drama vende», asimila este animal del ring.

Luchar también en la vida. Esa es la filosofía de este campeón. «Para llegar aquí he tenido que hacer muchos sacrificios. Decidí irme a Madrid con mis ahorros, lo tenía claro, para ser luchador profesional. Es ahora cuando estoy empezando a vivir de mi sueño, antes he tenido que trabajar en el campo y ahora doy clases a mis alumnos, soy seleccionador extremeño y también me preparo mis competiciones», reconoce sin ningún pudor.

En este deporte de contacto físico, la mente es importantísima. Y este campeón sabe a qué se enfrenta en cada batalla. «Valiente no es aquel que no tiene miedo, valiente es aquel que tiene miedo y lo supera. De lo contrario, sería un loco. Claro que tengo mucho miedo antes de pelear, pero la ilusión me puede», confiesa el emeritense.

Autoayuda y futuro

Ser mejor persona: esa es la filosofía y la meta de este deporte. «He tenido tres niños que habían sufrido bullyng y estoy muy orgulloso de ellos. Lo han superado con creces y son niños que han cambiado muchísimo. El muay thai te hace mejor persona, te aporta liderazgo y te hace sentir bien contigo mismo», señala, mientras se enfunda los guantes.

Esa premisa se cumple con creces con este campeonísimo. Es una bellísima persona y sus acciones lo confirman. «Hace dos años organicé una velada en el Diocles de Mérida, estuvo bastante bien. Gané mi combate y doné más de 4.000 euros a la Asociación Oncológica Extremeña (AOEX)», relata.

Amigos y compañeros

Pisa el tatami donde cada día da clases a más de una treintena de personas que sueñan con seguir sus huellas. «Invitaría a todo el mundo a probar una clase conmigo, seguro que repiten. Esos niños que tuvieron problemas, eran muy introvertidos y desde el primer día les hago que se relacionen con los demás. Aquí somos amigos y compañeros», afirma.

No obstante, España y Extremadura deben recorrer un largo camino para dar más visibilidad a este deporte. «En Tailandia los niños imitan a las estrellas del muay thai, aquí en España sueñan con ser Messi o Ronaldo. El respeto también es distinto, aquí es por miedo y allí por cariño. Eso debe cambiar, es nuestra pasión y nuestro trabajo», reclama Sanfélix.

Revalidar el título mundial no entra en sus planes. Ayudar a mejorar este deporte en la región, sí. «Mi objetivo individual es seguir peleando en la liga Tailandesa, donde compito actualmente. Pero mi ilusión es que la gente en Extremadura siga conociendo este deporte y no tengan que irse para mejorar, y para eso necesitamos más apoyos», anhela. Un luchador dentro y fuera del cuadrilátero.