También hubo victorias españolas en las otras dos categorías. Tito Rabat se impuso en Moto2, mientras que Alex Rins lo hizo en Moto3. Los dos jóvenes mostraron una vez más que el relevo de los mayores está asegurado.

El valor se les supone a estos chicos por encima de sus cualidades, que son inmensas, infinitas, únicas. Ahí estaban Alex Rins peleando por la victoria ("ha sido una pelea hermosísima, vibrante. ¡Y va, me ha ganado por ocho centímetros!", respiraba radiante Alex Márquez) y ahí estaba, más eufórico que nunca, que otras veces, que jamás, Tito Rabat, que vivió una crisis brutal, temblorosa, patética, preocupante cuando se le paró el reloj al llegar a Assen, la catedral holandesa, y empezó a sumar derrota tras derrota al no subirse al podio en Holanda, Indianápolis y Brno. Y a pensar que perdería el tren del título.

Pero apretó los dientes, se machacó en el gimnasio, vivió duras sesiones con su psicóloga y, en los trazados de Brno y Silverstone, se volvió a elevar cual paloma hacia el firmamento de los dioses de la velocidad. "He hecho, sin duda, la mejor carrera de mi vida", contó Rabat al bajar del podio y aumentar su ventaja sobre el finlandés Mika Kallio a 17 puntos. "Alex está aún más cerca de Miller, pues casi lo roza, ya que está a solo 13 del liderato, que lo va a lograr, ya veréis", contaba Rabat, ilusionado porque el tercer miembro del Rufea team gane el título pequeño.

Si el gran Márquez, el Márquez mayor, notó en su brazo la rueda de Jorge Lorenzo, Tito Rabat sintió en su casco el codo de Kallio en la antepenúltima curva del trazado "pero, en vez de asustarme, fue un chute de adrenalina", añadió el barcelonés. Más o menos, lo que apercibió el silencioso y mudito Rins cuando, escondido en el carenado de su pequeña Honda, ganaba por ocho centímetros al hermanísimo. En fin, todo un espectáculo en un trazado mítico.