Cuando, el próximo viernes, sople 24 velas en su cumpleaños, Fernando Alonso cerrará los ojos pensando que el mejor regalo, el título, aguarda tras la tarta. Sólo un cataclismo puede impedir que el asturiano se consagre como el campeón más joven de la historia de la F-1 tras sacudir en Alemania otro golpe letal al Mundial. Su duelo con Raikkonen duró media carrera, hasta que el motor Mercedes del McLaren señaló con humo blanco los abusos con los que había sido torturado en la carrera anterior. Con el finlandés hundido y camino de los boxes en una moto, Alonso se limitó a contar las vueltas para el final y los 36 puntos de ventaja, 10 más que la semana pasada --su máxima renta del año-- con los que casi palpa la corona de campeón.

LA AVERIA Stuttgart, a 120 kilómetros de Hockenheim, es el cuartel general de Mercedes. En esta industrial ciudad del centro de Alemania se fabrican los potentes motores que equipan los McLaren. Pero la avería en el propulsor de Raikkonen se fraguó mucho más lejos, en Inglaterra, 15 días antes. Fue en el rápido trazado de Silverstone donde el finlandés exprimió su mecánica de una manera tan innecesaria como fatídica.

Allí completó 24 vueltas a rebufo de Michael Schumacher sabiendo que no podía adelantarle, privando de aire limpio a su motor, aspirando miles de partículas procedentes de la combustión del Ferrari y de la suciedad de la pista levantada por el alemán. Presionado y fuera de sí, el finlandés no dio tregua a su motor y llegó a marcar la vuelta rápida en el último giro de la carrera, pese a que su tercer puesto era inamovible.

Y con ese mismo motor afrontó el Gran Premio de Alemania, sin ninguna limitación en los ensayos del viernes y del sábado, a tope en la calificación, a cuchillo desde la primera vuelta. Arrancó desde la pole e imprimió un ritmo infernal que sólo Alonso pudo seguir a duras penas. El asturiano siguió el guión que tenía marcado: adelantó al Honda de Jenson Button en la salida y se fue tras el finlandés, con el que perdía alguna décima en cada giro al circuito.

CARRERA LOCA El caos de trompos, toques y pasadas de frenada que se formó en la parte trasera del pelotón entre los Jordan, Minardi, Sauber y el Williams de Webber propició doblajes en las primeras vueltas que, de nuevo, no favorecieron nunca al ovetense. Mientras Raikkonen bajaba paulatinamente de 1.16 minutos por vuelta a 1.14, Fernando Alonso marcaba tiempos más irregulares en esos momentos de carrera.

Resultaba imposible rebasar al finlandés; era peligroso intentar acercarse, así que optó por seguir su propio ritmo y esperar a menos de 10 segundos de distancia los repostajes o a un cielo

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