"Ojalá la temporada que viene fuéramos siete equipos extremeños en Segunda B. Podemos lograrlo y tenéis todo nuestro apoyo". La cuenta oficial de Twitter del Mérida expresaba así, con rotundidad, un deseo en positivo para el fútbol regional. Complicado será que se cumpla pero, tras lo sucedido el pasado domingo, es posible, por qué no, se piensa.

El propio club romano tiene 'amarrada' matemáticamente la salvación, el Villanovense está muy cerca de certificarlo y el Cacereño, pese a que lo continúa teniendo complicado, todavía puede hacerlo en los dos próximos sábados (ambos en horario unificado, 18.00 horas).

La última jornada para los extremeños de Segunda B clarificó buena parte de la recta final, pero ha alimentado no pocas incógnitas. La mejor noticia fue, sin duda, el triunfo del Villanovense en Algeciras (0-2), que ha llevado a los de Manolo Sanlúcar a los 44 puntos. Traducción: no debe descuidarse, pero un triunfo --y hasta puede que un empate-- ante el Marbella (con la misma puntuación) en el Romero Cuerda le daría la permanencia sin dejar cábala alguna para la última jornada.

El Mérida de Antonio Gómez (48 puntos) sí tiene la salvación hecha tras el empate ante la Balompédica Linense, pero se le ha escapado, salvo milagro, el puesto de la Copa del Rey que se perseguía. El sábado visita al Sevilla Atlético, tercero en la tabla, y la meta debe ser seguir puntuando y ganando, para beneficiarse de malos resultados ajenos.

El caso del Cacereño es, desde luego, mucho más prolijo. El gol de Zubi ha dado aire al cuadro de Angel Marcos. Todo pasa por sumar los seis puntos en litigio, primero ante el colista Peña Sport y después en casa del Izarra, en el epílogo. Todos firmarían, hoy por hoy, jugar la promoción de descenso, aunque una 'tormenta perfecta' de resultados podría obrar el particular milagro.

No dependen de sí mismos, desde luego, pero en el CPC apelan a que llegará, en el momento clave, el plus de suerte que ha faltado en múltiples encuentros. Las estadísticas del último partido ante el Logroñés (cuarto clasificado) avalaron un buen funcionamiento colectivo de los verdes: tuvieron más posesión que su poderoso rival (55 por 45 por ciento) y, además, dispararon a puerta más: el Cacereño lanzó a la meta contraria un total de 18 tiros, cuatro más que su oponente. Y aun así, solamente en el último --por fin-- el balón fue a gol, un tanto que puede valer su peso en oro.