Uno de los grandes prodigios del deporte extremeño del siglo XXI ha vivido su particular transformación en Estados Unidos. Es Paloma Marrero, la nadadora emeritense que hace tres años decidió aceptar la oferta de la universidad de Akron, donde terminará sus estudios el próximo mes de diciembre. Cuenta que le ha salido perfecto, como demuestra el hecho de haber sido nombrada ‘deportista del año’ en el centro, algo que la tiene «súper contenta».

Campeona de España en categorías inferiores y especialista en braza, cruzó el Atlántico en la búsqueda de una vida diferente y dar un paso adelante en su formación global.

«No soy una persona fácil», reconoce, enormemente agradecida a sus padres, Juan Marrero e Isabel Muñoz. Él es un entrenador ya clásico en el fútbol extremeño, ahora en el Club Deportivo Badajoz, «todo un ejemplo a seguir», dice la chica, de 22 años. «Sin el apoyo de ambos no habría llegado a donde estoy ahora. Ellos han sido mis pilares fundamentales en mi carrera deportiva. Han sabido llevarme y ayudarme a ser la mejor versión de mí misma», sostiene.

Para ello también ha necesitado marcharse a miles de kilómetros de casa. «Esta temporada ha sido muy especial. He conseguido muchas de mis metas tanto como deportivamente y personalmente», afirma. Entre ellas, el undécimo puesto en la NCAA, varios récords en la conferencia MAC y en la propia universidad. «Estoy satisfecha, pero siempre quiero aspirar a más», dice, con un punto de ambición que no quiere perder.

Máximas facilidades

Como suele ser habitual en quienes viven en esa experiencia, defiende abiertamente el sistema universitario norteamericano en el que se cuida mucho al deportista. «Todo es posible aquí. Me amoldan las clases a los entrenamientos, los deportistas somos los primeros en elegir nuestras clases y tener plazas aseguradas. Nos cuidan como si fuéramos su propia familia y nos ayudan en todo lo que necesitamos. Tenemos una especie de biblioteca solo para nosotros y allí están tutores y profesores que nos ayudan con cualquier duda en cualquier asignatura. Nos controlan los deberes y exámenes y siempre están al día de nuestras notas. Ser deportista es un privilegio en cualquier universidad americana. Los demás estudiantes te admiran y te tienen respeto solo por ser capaz de entrenar y competir a un alto nivel», relata.

Sin embargo, no todo ha sido un camino de rosas. Aparte de echar mucho de menos a su familia, Marrero lo ha pasado mal con dos asuntos: la comida y el clima. «En Akron hace muchísimo frío. Hemos llegado a estar a -20 grados, y con tormentas de nieve que hacen que no puedas ir ni a clase», comenta sobre el clima. Y cuando había que sentarse a la mesa añoraba mucho la cocina de su madre «y las tapas». También ha tenido que adaptarse al carácter local: «He echado de menos el cariño español. Los americanos son muy fríos algunas veces y en más de una ocasión he necesitado ese calor español».

En piscina todas las dificultades se volatilizaban. Ya solo eran ella y el agua. «Ha sido duro, pero estar aquí me ha cambiado la vida. He mejorado bastante como nadadora tanto en el ámbito deportivo y en el psicológico», resume. ¿Cuál será ahora su nivel cuando vuelva a competir en España? «La verdad es que no me lo planteo -responde--. Creo que lo mejor es disfrutar de este deporte, y lo resultados ya vendrán por sí solos. Ahora mismo estoy en el mejor momento de mi vida y quiero vivirlo al máximo».

Ayudar a otros deportistas

El futuro está a la vuelta de la esquina y tocará volver a tomar decisiones. Está terminando una carrera llamada ‘Sports coaching-Coaching education’. Cuando lo logre dentro de unos meses dice estar abierta a lo que se le ofrezca, sin limitaciones. «Quiero seguir creciendo como persona ante todo y si para ello tengo que volver a casa o quedarme aquí, pues lo haré. Me encantaría inculcar parte de la filosofía americana y sistema americano en casa, y a mis futuros deportistas. Creo que podría ayudar a muchos», asegura.

Esta semana vive preocupada por lo que pueda hacer el Badajoz de su padre el domingo, cuando se juega la permanencia en Segunda B ante el Lorca, pero confía a muerte en él. “He estado viendo la mayoría de sus partidos y siempre he querido darle mi energía desde el otro lado del ‘charco’. ‘Coach Marrero’ ama el deporte y por eso es el mejor en lo que hace. El Badajoz tiene mucha suerte de haber compartido su carrera con él. Estoy más que segura que grandes cosas se avecinan», apostilla. Quizás también para ella en las piscinas y fuera de ellas.