Beatriz Gómez, 'Bea Gómez' (Cáceres, 1-5-1989) es fisioterapeuta y osteópata. Blanca Izquierdo (Madrid, 18-5-1993) aspira a ejercer profesionalmente algún día el periodismo deportivo. Ambas tienen en común su desparpajo y espontaneidad y, sobre todo, que son jugadoras del Extremadura Arroyo, de la Superliga femenina de voleibol. Una (Bea) lleva en el club desde los 14 años. La otra (Blanca) acaba de llegar.

Izquierdo es más dicharachera pero asegura que, en realidad, tiene mucho de reflexiva y hasta de tranquila en momentos de máxima competitividad. Al menos, en la pista, el carácter lo pone Gómez. Fuera, no hay duda de que son el complemento perfecto. "Nos conocemos desde hace más de un mes y sabemos mucho la una de la otra", vienen a decir. "Es un personaje", asegura, distendida, la cacereña sobre la madrileña-vallecana. Sí, Blanca es "del Rayo y del Madrid, aunque me divierto mucho más en los partidos". Sigue yendo a los partidos con su padre, José Luis, "un fanático".

La jovialidad de la madrileña, que ya con 17 años empezó su andadura en la máxima categoría en Canaras, es casi insultante. Ella galvanizó la presentación de la plantilla el pasado jueves en el hotel Barceló V Centenario Cáceres con una sorprendente puesta en escena. "Me gusta coger el micrófono, me gusta presentar actos, escribir. Periodismo es la carrera ideal para mí".

Cursa Tercero en la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), propia también para deportistas de élite como ella. Mientras se realiza este reportaje, en la redacción central de El Periódico Extremadura, especialmente en la hemeroteca, muestra toda su curiosidad. Lógico.

"El primer día no hablaba. Desde el segundo casi hay que decirle que pare", dice Bea, hija del entrenador, Adolfo Gómez. Encantada en Arroyo, "que es el sitio donde mejor me he encontrado con diferencia", también en lo humano, Izquierdo está disfrutando en lo meramente deportivo. "Lo de la afición es increíble. Nos ayuda muchísimo durante los partidos. Se nota su ánimo siempre", dice.

"En el equipo", añade, "hay también un compañerismo increíble entre el 100 por 100 de las jugadoras, algo impresionante. Somos, de verdad, una familia". Cuenta Bea que hasta el día de descanso, generalmente los miércoles, se reunen. ¿Para qué? "Para hablar de voleibol". Bea y Blanca, Blanca y Bea, aún se lamentan de la derrota en los últimos instantes del sábado ante el Aguere (2-3). "Teníamos que haber ganado", dicen casi al unísono. En realidad, su espíritu tiene idéntica conexión: la de un deporte al que aman, el voley, con un club que les apasiona, el Extremadura Arroyo.