Se fueron porque quisieron. El excopresidente del SCH José María Amusátegui y el exconsejero delegado Angel Corcóstegui negaron ayer en la Audiencia Nacional que el presidente de la entidad, Emilio Botín, les pagara para que se fueran del banco. Ambos alegaron razones personales para justificar sus abandonos.

Amusátegui explicó, en la tercera sesión de este juicio, que, tras la fusión del Banco Santander y del Central Hispano, decidió jubilarse a los 70 años. "He llevado una vida muy dura, y necesitaba un merecido descanso", dijo. Por ello, negoció las condiciones de su jubilación que tenía previsto percibir "al final del periodo de copresidencia".

La cantidad pactada, 43,7 millones de euros (7.271 millones de pesetas), correspondía a las actividades realizadas en el BCH y a las que le esperaban en el Santander. Ese acuerdo fue suscrito por el consejo de administración que aprobó la fusión en enero de 1999. Además, negó que el contrato le fuera impuesto.

Por su parte, Corcóstegui aseguró que sus relaciones con Botín, tras la salida de Amusátegui, fueron normales. También explicó que, tras la fusión, el nuevo banco tenía que aprobar sus condiciones contractuales y pidió que se le permitiera jubilarse a los 50 años. Además, negó que Botín le pidiera que se marchara. "El presidente me insistió para que me quedara, no quiso que me fuera, pero estaba agotado", subrayó.