Varapalo, pero con efectos limitados. A los pocos días de cerrar la venta de parte de YPF al empresario argentino Enrique Ezkenazi, Repsol se despertó ayer con la prohibición por parte del Ejecutivo del país austral de exportar gasolinas y gasóleos.

Esa iniciativa, que afecta a todas las petroleras que operan en el país, se acompaña con la obligatoriedad de bajar los precios de los carburantes a los niveles anteriores al 31 de octubre pasado. Con estas decisiones, el Gobierno pretende dedicar todos los recursos energéticos del país al mercado interno para frenar la carrera alcista, que se produce en un momento álgido de demanda por la cercanía de las vacaciones de verano en Argentina en enero y febrero.

La medida no ha sido notificada a las compañías de forma oficial, según afirman. En todo caso, afecta solo al 10% de la producción total de Repsol en ese país, que es la parte que exporta. También implica al resto de operadoras, como la brasileña Petrobrás, la angloholandesa Shell o la estadounidense Exxon, con mayores cotas de exportación.

FILTRACION A LA PRENSA El anuncio, filtrado por el Gobierno argentino a la prensa, se produjo tras una reunión con representantes de las petroleras en la que se les pidió colaboración para evitar la falta de abastecimiento de carburantes y la subida de los precios. "El sector se comprometió a hacer propuestas y al día siguiente se encontró ese anuncio en la prensa", afirmaron fuentes de la industria.

Un portavoz de Repsol, que controla un tercio de las gasolineras de Argentina, mostró la disposición de la firma a colaborar. Pero recordó que el 10% de gasolinas --el total de lo que exporta-- "no son aptas para el mercado interno, al ser de baja calidad". Según fuentes del sector, la prohibición de exportar tiene efectos perversos. Compañías más exportadoras que Repsol, como Exxon, pueden decidir parar su producción, al no poder venderla al exterior.