El Banco de España ha detectado una reducción de la demanda de créditos para la vivienda en España en el primer trimestre del 2005. Este hecho coincide a la vez con un "moderado endurecimiento" en los criterios de aprobación de las hipotecas, según los resultados de la encuesta del banco emisor.

La autoridad financiera venía reclamando desde hacía meses, sin demasiado éxito, a los bancos y cajas españoles que fueran más estrictos en la concesión de hipotecas para la adquisición de viviendas, ante el incremento del riesgo dados los elevados precios que han alcanzado los inmuebles en España.

MEJORES CONDICIONES En su último Boletín Económico , el Banco de España constata que a la vez que endurecen los bancos aplican condiciones "algo más laxas" que en el último trimestre del 2004, en lo que respecta al margen ordinario, es decir, los gastos excluidos los intereses y las condiciones relacionadas con los plazos de pago.

La autoridad española constata que la demanda de hipotecas en España fue, junto con Alemania, la única que se redujo de toda la eurozona. El factor "determinante" de este comportamiento ha sido "el nivel alcanzado por los precios de la vivienda".

Para el segundo trimestre de este año, las entidades encuestadas por el Banco de España prevén que seguirán endureciendo los criterios de concesión de hipotecas y que, paralelamente, la demanda mantendrá una tendencia a la "contracción".

En la misma revista, el Banco de España publica otro estudio sobre los efectos que tiene la riqueza inmobiliaria sobre el consumo de las familias y llega a la conclusión de que una variación, al alza o a la baja, en el precio de la vivienda del 10% implicaría un cambio en el consumo privado en la misma dirección por un importe equivalente al 0,8% del producto interior bruto (PIB). En términos más claros, el organismo emisor calcula que, en promedio, por cada 100 euros en que se encarece el precio de un piso, su propietario se gasta en torno a dos euros más al año.

En otros países, este efecto sobre el consumo es mayor, pero en España no sucede así dada la baja propensión a cambiar de residencia de las familias y su uso todavía limitado de segundas hipotecas o refinanciaciones debido a las ganancias en el valor de sus activos inmobiliarios.

El banco destaca que, al ser propietarias de sus viviendas más del 80% de las familias españolas, un cambio en el precio de la vivienda tiene efectos sobre el consumo para la casi totalidad de los hogares.

EFECTOS SOBRE LAS FAMILIAS El estudio refleja, sin embargo, efectos muy distintos según la composición de las familias. Así, ante una modificación de los precios inmobiliarios del 10%, una familia cuyo piso vale 120.000 euros elevaría (o reduciría) su gasto en 240 anuales. Si el cabeza de familia tiene entre 35 y 44 años, el aumento (o descenso) del consumo sería algo más del triple; entre 45 y 74 años sería algo superior, y para menores de 35 años y mayores de 74, no sería significativo.