Una mezcla de sesión de tortura verbal y mea culpa es lo que los ejecutivos de los ocho principales bancos de EEUU vivieron ayer en su intervención ante el Comité de Servicios Financieros de la Cámara de Representantes. Tortura porque los legisladores no se privaron de criticar a los "capitanes del universo", como les llamó una congresista. Y mea culpa porque los banqueros admitieron que la opinión pública tiene motivos para estar irritados con ellos.

Pero los banqueros no fueron al Capitolio solo a fustigarse. También trataron de lavar su imagen pública, pues los ejecutivos intentaron justificar qué han hecho con el dinero público y que han empezado a dar créditos.