La brutal crisis financiera internacional se está llevando por delante a Islandia, un país de apenas 300.000 habitantes y cuyo sector financiero representa ocho veces el PIB del país. "Estamos ante la posibilidad de que toda la economía nacional sea arrastrada a las profundidades por la crisis bancaria global, y que la nación se declare en bancarrota", advirtió ayer el primer ministro, Geir Haarde.

El Gobierno y la oposición se han visto obligados a pactar un plan de rescate, cuya principal medida es que todo el sistema bancario va a quedar bajo control estatal. El Ejecutivo ha nacionalizado ya el Landsbanki y el Glitnir, segundo y tercer bancos del país, que estaban al borde de la quiebra por sus serios problemas de liquidez.