¡Que vienen los chinos! Este pensamiento, entre advertencia y amenaza, flota esta semana sobre el Salón Internacional del Automóvil de Detroit (EEUU), donde por primera vez una empresa automovilística china, Geely, expone uno de sus modelos. "Esto es el comienzo y estarán aquí en pocos años, así que seríamos tontos si no lo viéramos como una amenaza", confesó Robert Lutz, vicepresidente de General Motors.

Todo Detroit, corazón de la industria automovilística estadounidense, se ha pasado por la caseta de Geely, para escudriñar el 7151 CK, el modelo compacto de cuatro puertas con el que los coches chinos debutan en EEUU. Es un ensayo, pues la versión de este modelo prevista para el mercado estadounidense llevará otro nombre y será más sofisticada. Y todo ello a un precio inferior a 10.000 dólares por vehículo (8.333 euros).

Como preparación del asalto chino al mercado estadounidense, Geely venderá sus primeros 2.000 vehículos en Puerto Rico en la primavera del 2008. Pero antes incluso de que Geely materialice sus ambiciosos planes de exportar 1,3 millones de vehículos, su principal competidora china, Chery, tiene ya prevista su llegada a EEUU.

Los vehículos chinos suponen otra amenaza para la tambaleante industria automovilística estadounidense, que está contra las cuerdas por la fiera competencia de sus rivales japonesas. La principal baza de China de cara al consumidor será el precio más bajo de sus vehículos, lo que pueden sostener gracias a los salarios que reciben los trabajadores chinos, unos dos dólares por hora, frente a los 20 a 30 dólares de sus colegas estadounidenses.