El tiempo es objetivo, pero su medición no es más que una convención. Los calendarios, al fin y al cabo, surgieron por la necesidad de establecer un cierto orden en la evolución de las estaciones. Y el año, entendido como el tiempo que tarda la tierra en dar la vuelta alrededor del sol, en realidad dura 365,242199 días, de ahí los ajustes de los años bisiestos.

El cambio de ejercicio, por tanto, no deja de ser más que un efecto psicológico. Y, a veces, ni eso. El 2011 comienza para la bolsa española como acabó el 2010, con el ánimo apesadumbrado y soportando la mirada torva de muchos inversores.

El viceprimer ministro chino, Li Keqiang, trató ayer de animarnos un poco, asegurando que su país seguirá comprando deuda española porque confía en las medidas que ha tomado el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero para reactivar la economía. El problema es que sus palabras tuvieron poco efecto en el ánimo de los mercados.

La diferencia entre el bono español a diez años y el alemán de referencia, que mide el riesgo de impago que los inversores perciben en el país, se mantuvo por encima de los 250 puntos básicos, un nivel en el que parece encasquillado.

Claro que el Banco Central Europeo (BCE), la única institución que parece capaz de sacar a la zona euro de la sombra de la guadaña que sigue pendiendo sobre ella, anunció que solo compró 164 millones de euros en deuda pública de los países socios la semana pasada, el 85% menos que en la anterior...

No es de extrañar que, según una encuesta de BVA-Gallup, el 48% de los españoles augure un ejercicio de dificultades económicas, el sexto peor registro del mundo, solo más positivo que los de Francia, Islandia, Rumanía, Serbia y Reino Unido. Y, curiosamente, peor que los de Grecia y Portugal, los dos países rescatados por Europa, y el de Portugal, cuya deuda está más presionada aún que la española.

Así las cosas, el Ibex repuntó un escaso 0,3%, hasta los 9.888,3 puntos, muy por debajo de la media europea (1,5%). El selectivo español fue de más a menos. Llegó a superar el 1%, pero cuando se acercó a la barrera psicológica de los 10.000 puntos se vino abajo una vez más. Muchos expertos estiman que no tiene opciones de superarla de forma consistente hasta que comiencen a publicarse los resultados empresariales dentro de unas semanas. Siempre y cuando estos no defrauden, claro, y ni por esas lo tiene garantizado.

Entre las compañías, destacó Amadeus, que en su estreno entre los valores más líquidos del mercado español estuvo entre los que más cayeron (2,1).