El 15 de octubre, Airbus entregará a Singapore Airlines el primer superavión A-380. Pese a un retraso de año y medio, la entrega iba a confirmar la recuperación del consorcio aeronáutico europeo. Pero la publicación de un informe de la Autoridad de los Mercados Financieros (AMF) de Francia, que acusa a 21 directivos y accionistas de EADS (la matriz de Airbus) de uso de información privilegiada en la venta de sus acciones, ha aguado la fiesta.

Este es solo el último escándalo en EADS y Airbus, una empresa que ha pasado de ser un emblema de la UE a estar envuelta en las pugnas políticas, las sospechas y la crisis de gestión. Cambios en la cúpula, con indemnizaciones multimillonarias, cesión del liderazgo ante la máxima competidora, la norteamericana Boeing, y primeras pérdidas en la cuenta de resultados jalonan los últimos meses.

El 2 de julio del 2006, dos semanas después de que la AMF comunicara que investigaba el uso de información privilegiada, y en plena crisis por el retraso del A-380, dimitió el copresidente francés de EADS Noël Forgeard, que se embolsó una indemnización de 8,5 millones. Ese mismo año, Boeing superó en pedidos, por primera vez en un lustro (1.044 demandas frente a 790), a Airbus.

La empresa había conseguido en el 2007, bajo la dirección del francés Louis Gallois, remontar el vuelo y había vuelto a superar a Boeing en pedidos y entregas. Además, el presidente francés, Nicolas Sarkozy, y la cancillera alemana, Angela Merkel, habían logrado cerrar en julio un pacto para dirigir EADS, que acaba con la bicefalia franco-alemana y que entra en vigor este mes. España, a través de la SEPI, participa con un 5,44%. Pero la implacable maquinaria de la justicia no se detiene. El informe de la AMF, que ha investigado 1.200 operaciones sospechosas de venta de acciones de EADS entre noviembre del 2005 y marzo del 2006, se centra en la actuación de 21 directivos, entre ellos Forgeard, el excopresidente alemán Manfred Bischoff, y el nuevo presidente de Airbus, el germano Thomas Enders. Los supuestos 21 directivos iniciados en información privilegiada obtuvieron unas plusvalías de 90 millones al desprenderse de sus opciones sobre acciones cuando ya conocían las dificultades de la empresa. Nada comparable con los 1.300 millones en tres años que se embolsaron los dos principales accionistas privados de EADS, el francés Arnaud Lagardère y el alemán Daimler-Chrysler.