Sin la inmigración de los 10 últimos años, la economía española habría caído en una recesión sin precedentes. En el periodo entre 1995 y el 2005, la economía española ha crecido a un ritmo medio anual del 3,6%. De no haber existido el fenómeno inmigratorio, "el PIB español podría haber caído a un ritmo superior al 1% anual", asegura Caixa Catalunya en un informe sobre demografía y crecimiento económico difundido ayer.

España, uno de los países con menor tasa de natalidad del mundo desarrollado, ha tenido, sin embargo, el crecimiento poblacional más elevado de la UE en los últimos años. Entre 1995 y el 2005, la cifra de residentes ha subido en 4,17 millones (el 10,7%), desde los 38,9 millones de 1995, mientras que la población de la UE de 15 países (UE-15) avanzó en 14,7 millones (el 4%).

La población española ha aumentado a un ritmo del 1% anual, pero mucho más lo ha hecho la población activa, que lo ha hecho el 2,9% por el fenómeno inmigratorio. Aquí está la clave. La inmigración ha permitido aumentar el crecimiento económico y la renta por habitante o PIB per cápita, que mide el bienestar de la población.

AVANCE DEL 2,6% "Sin la inmigración, el PIB per cápita habría caído un 0,6% anual en estos años, en lugar del avance del 2,6% registrado", asegura el informe elaborado por el Servicio de Estudios de Caixa Catalunya con la colaboración del departamento de Economía Aplicada de la Universidad Autónoma de Barcelona, que dirige el catedrático Josep Oliver.

La simulación realizada por Caixa Catalunya para el conjunto de la Unión Europea muestra un impacto positivo generalizado sobre el crecimiento de la entrada de inmigrantes en la última década. Se calcula que la aportación de los inmigrantes al PIB por habitante de la UE de los 15 ha sido de dos puntos por año. Sin la inmigración, habría habido un descenso del 0,2%, en lugar del avance real del 1,8%.

Las economías de España e Irlanda son las que más se han beneficiado de la inmigración. El crecimiento del PIB per cápita español por encima de la UE desde 1995 (2,6% en España, contra 1,8% en la UE-15), ha permitido que la renta por habitante haya pasado del 83,6% de la media europea al 90,7% en el 2005. "Si España no hubiese contado con este impulso demográfico, habría alcanzado el crecimiento más bajo de la región", asegura.

La gran mayoría de países europeos registran caídas de su producto por habitante cuando se resta la contribución de los inmigrantes. Los descensos más llamativos se producen en Alemania e Italia (el 1,5% y el 1,2% anual), Suecia (0,8%) y España, Portugal y Grecia (todos ellos con un 0,6% anual). Los únicos países que mantendrían tasas positivas del PIB per cápita cuando se excluye la inmigración son Irlanda (1,1%), Finlandia (0,2%) y Francia (0,3%).