Iberia no podía mantener por más tiempo los rumores sobre su proyecto de crear una compañía filial de vuelos baratos. La Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) exigió ayer a la firma que hiciera pública la constitución de Catair, una aerolínea con sede en Barcelona, en la que participan otros cuatro grupos empresariales y que operará a partir de octubre.

Es el último proyecto del exconsejero delegado de Iberia, Angel Mullor, que dejó cerrado antes de dimitir la semana pasada por motivos personales. Mullor había ya avanzado que Iberia contaría con una compañía de vuelos baratos para competir con las que ya operan en España.

Catair es el nombre elegido por el grupo para designar en este momento la nueva empresa, aunque la marca definitiva está aún por decidir. Operará en el mercado de las llamadas aerolíneas low cost (bajo coste) con un capital repartido al 20% entre el fondo de capital riesgo Quercus (Agrolimen), Nefinsa --filial de Airnostrum--, el grupo de viajes y hoteles Iberostar de Miguel Fluxá, el Grupo Cobra, filial de ACS, e Iberia.

Aunque la compañía limitará al 20% sus derechos de voto en el consejo de administración de Catair, los derechos en beneficios ascenderán al 80% porque contribuye con 24 millones de euros de los 50 millones con los que arranca la aerolínea, y porque aporta toda su experiencia.

La nueva aerolínea tendrá que acudir en junio a la conferencia de Vancuver (Canadá) para hacerse con el mayor número de slots (derechos de despegue y aterrizaje) que pueda. Prevé iniciar sus actividades con cinco aviones, aunque las estimaciones son operar con 30 en el 2008.

Los vuelos desde Barcelona comenzarán en octubre y serán de punto a punto, sin tránsitos ni escalas, ha comunicado Iberia. La compañía asegura que ha elegido Barcelona como sede de su filial porque desde allí puede acceder mejor al mercado de los vuelos baratos.