Los maestros de la ciudad de Oaxaca, al sur de México, aceptaron ayer, tras cien días de huelga, sentarse a negociar con el Gobierno federal. Lo que en un principio arrancó el pasado mes de mayo como una huelga para exigir un aumento salarial se convirtió después en un conflicto a gran escala que se saldó con la muerte de dos personas y decenas de heridos. Los contactos entre las dos partes se producirán en la capital. Por los maestros negociará el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), y por las autoridades acudirá el secretario de Gobernación, Carlos Abascal.

Fuentes sindicales dijeron ayer que las demandas de los maestros se reducen ahora a tan solo una: la dimisión del gobernador de Oaxaca, Ulises Ruiz, al que responsabilizan de la represión llevada a cabo por las fuerzas de seguridad contra los trabajadores. La huelga de los maestros --más de 40.000-- fue secundada por estudiantes, activistas de izquierda y anarquistas. Durante las protestas, la policía y los manifestantes llegaron incluso a enfrentarse a tiros. Los huelguistas quemaron autobuses y asaltaron emisoras de radio y televisión. La huelga ha generado pérdidas millonarias.