Ahora que se acerca el Día de Difuntos cuantificar el precio de los servicios funerarios es un asunto recurrente y difícil, porque oscila dependiendo de las comunidades autónomas y de los deseos de los familiares. No obstante, según datos de la patronal del sector, Panasef, el precio medio de un servicio funerario supone una media de 2.230 euros. Un servicio estándar incluye gastos como la recogida de la persona fallecida, el acondicionamiento del cadáver, el féretro, el vehículo funerario, la sala velatorio, corona, transporte y acompañamiento para los familiares, recordatorios e inhumación.

Por el contrario, la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) calcula en 3.500 euros el precio medio de los servicios funerarios, aunque señala que si se opta por la incineración la rebaja es de 400 euros. El cálculo fue realizado en 2008, con la experiencia de más de 1.000 personas que sufrieron la pérdida de un familiar ese año.

ES CARO La principal conclusión de la OCU es que en España, el seguro de decesos sale caro, puesto que el valor de las primas pagadas suele superar el de los costes reales del entierro. Eso sí, es la opción más cómoda, ya que no hay que preocuparse de contratar los servicios cuando fallece el familiar. La OCU propone un seguro de vida con el que hacer frente a los gastos, aunque señalan el inconveniente de que el cobro no es inmediato.

Según la OCU un 63% de los fallecidos en España tiene contratado un seguro de decesos. Las compañías Santa Lucía y Ocaso son las más comunes. El seguro suele cubrir todos los gastos o la gran mayoría de ellos.

El problema es que los seguros no permiten la elección libre de una funeraria, empresa que se encarga de la gestión y el trámite de todos los servicios. La OCU señala en su informe que en uno de cada tres casos se obligó a los familiares a contratar la funeraria que el seguro había seleccionado.

Cuando el fallecido carece de seguro de decesos los problemas aumentan, de ahí que sea una de las opciones preferidas por los usuarios. Toca entonces buscar una funeraria. Hay muchas para elegir, el problema es el presupuesto ya que no todos ofrecen uno detallado. Según la encuesta realizada por la OCU el 37% de las ocasiones ni siquiera se ofrece una estimación.

Lo más caro de un deceso es el coste del ataúd (que oscila entre los 1.000 y 1.200 euros), la lápida (entre 200 y 600 euros) y el cementerio (en torno a los 500 euros).

Otro tema es la incineración que es aproximadamente unos 400 euros más barata, tanto por el ataúd, como por el transporte o la lápida. Las cenizas se suelen depositar en el columbario, más barato que una tumba. También está la posibilidad de esparcirlas en el mar o en el campo, o tenerlas en casa. El Gobierno prepara una ley para regular el vertido de este tipo de residuos.

En cuando a la satisfacción de los usuarios, la OCU comenta en su revista Compra Maestra que los resultados son discretos y que varían mucho en función de las comunidades autónomas.

Sobre la calidad de los servicios funerarios hay que destacar la buena percepción de los tanatorios tanto públicos como privados. Actualmente lo más habitual es velar al finado en el tanatorio, en el que permanecerá una o dos noches en algunos casos. Tres de cada cuatro encuestados declaran estar muy satisfechos con la comodidad de las instalaciones, así como otros aspectos como la limpieza, discreción y atención del personal.

En una de cada cuatro ocasiones el fallecido no había manifestado a sus familiares qué hacer con sus restos. Las familias que no tienen tumba o nichos en propiedad suelen contratar una sepultura en concesión por unos pocos años, aunque en el 5% no se entierran en el cementerio deseado. En Madrid la cifra sube hasta el 10% de los finados.