"No hay que poner en el mismo saco a España e Irlanda". Con esta contundencia, el secretario general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), Angel Gurría, distinguió ayer entre el país gobernado por José Luis Rodríguez Zapatero, que "ha hecho sus deberes" con un drástico ajuste fiscal y del mercado de trabajo, y el caso de Irlanda, "centrado en el endeudamiento de las entidades financieras".

Aunque advirtió de que tanto la recuperación econó- mica como el retroceso del paro tardarán más en llegar, Gurría realizó una cerrada defensa de la política llevada a cabo por el Ejecutivo español. No solo elogió su "valor", sino también la situación de unos bancos "bien capitalizados" y que el nivel de déficit para el año próximo, estimado por la OCDE en un 6,3% del PIB, se sitúe al nivel de otros países europeos. Un espaldarazo en toda regla del llamado club de los países ricos a la apuesta de Zapatero por la austeridad. De hecho, el presidente español ha seguido, al pie de la letra, los consejos del organismo, que ayer presentó su informe semestral sobre las perspectivas de crecimiento.

Sobre la desconfianza que siguen mostrando los mercados hacia España, Gurría alegó que no se pueden tomar decisiones que afectan a decenas de millones de personas teniendo en cuenta los últimos movimientos de las bolsas. "Los mercados buscan vulnerabilidades" constató.

Sin embargo, el camino que marca la OCDE no permite ni un respiro a España. El informe avisa de que el Gobierno debería estar preparado para mayores recortes presupuestarios si fuera necesario y juzga inevitable la reforma del sistema de pensiones.

La organización estima que la economía española caerá este año un 0,2%, una perspectiva un poco más esperanzadora que el 0,3% aventurado por el Gobierno.