Los partidos y los agentes sociales hicieron ayer el vacío al plan de ajuste de la Administración del Estado. Fue tan escasa la relevancia que le otorgaron que apenas hubo dirigentes que se pronunciaron sobre su contenido. Y los pocos que lo hicieron, fue para dejar claro que no les gustó. Ni a los de la oposición, que exigieron un esfuerzo mayor, ni a los de los sindicatos, que lo calificaron de "humo".

Antes incluso de que se diera a conocer, el presidente del PP, Mariano Rajoy, ya lo juzgó como una medida "aislada e inconexa" que se revelará "inútil". El Gobierno, clamó, debe extraer lecciones de la grave situación de Grecia. La principal, que es de urgente necesidad emprender reformas de calado y atajar el déficit público. Precisamente lo que no hizo el país heleno, que "ahora está como está".

Tras conocerse el plan, el PP pidió que se duplique hasta 10.000 millones el recorte del gasto de este año y que suprima los ministerios de Cultura, Vivienda e Igualdad. ERC y CiU también se unieron a la petición del cierre de las tres carteras.

Antes de conocer el plan, el secretario general de CCOO, Ignacio Fernández Toxo, ya lo había interpretado como unos "ajustitos" para "vender humo" y para distraer de los problemas reales. La CEOE, por su parte, reclamó al Gobierno un plan de ajuste fiscal más ambicioso.