Los sindicatos CCOO y UGT, arropados por más de 125 entidades, consiguieron ayer dar un toque de atención al Gobierno central sobre la necesidad de llevar a cabo una política más social contra la crisis. La manifestación de ayer, que reunió a unas 15.000 personas en Barcelona en un anticipo de una gran marcha en Madrid, fue el toque de atención más serio que han recibido José Luis Rodríguez Zapatero --y el Gobierno catalán-- para que ignoren las insistentes peticiones de reforma laboral de las patronales. Pero fue una advertencia sin clamor ni fervor.

Los militantes de CCOO y UGT, los trabajadores de numerosas empresas con recortes de plantilla o en peligro de desaparecer, familias enteras, dirigentes de partidos políticos y representantes de las organizaciones de vecinos, inmigrantes, jóvenes y miembros del tercer sindicato catalán (USOC) plantaron cara a la crisis, como figuraba en el lema de la manifestación. El secretario general de CCOO de Cataluña, Joan Carles Gallego, pidió a la Administración que no se deje "embaucar por los cantos de sirena de los empresarios". Para su homólogo de UGT, Josep Maria Alvarez, la manifestación fue, además de una advertencia a dirigentes políticos y empresariales, un "apoyo para los que lo están pasando mal".